viernes, 8 de febrero de 2019

Fabrican insulina comestible para tratar la diabetes.

Un pequeña cápsula ingerible contiene una miniaguja de insulina que administra la dosis necesaria a los pacientes con diabetes tipo 2.

Un equipo del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) ha desarrollado una cápsula masticable que podría usarse para administrar la dosis de insulina, lo que podría reemplazar las inyecciones que las personas con diabetes tipo 2 deben administrarse cada día.
Su tamaño es similar a un arándano, la cápsula contiene una pequeña aguja hecha de insulina comprimida, que se activa una vez que la cápsula llega al estómago. En animales, los investigadores demostraron que podían administrar suficiente insulina para reducir el azúcar en la sangre a niveles comparables a los producidos por las inyecciones tradicionales, administradas a través de la piel. También han visto que este método se puede adaptar para suministrar otros fármacos.

La diabetes tipo 2 es una enfermedad causada por la incapacidad del organismo de producir cantidades suficientes de insulina o de utilizar esta hormona de una forma ‘adecuada’, lo que provoca que la sangre porte un exceso de glucosa que acaba dañando múltiples órganos de todo el cuerpo. Es una enfermedad que padecen cerca de 400 millones de personas en todo el mundo y cuyo riesgo de aparición es mayor en varones que en mujeres.

Hace varios años, Langer junto al grupo de Giovanni Traverso, del Brigham and Women's Hospital y la Escuela Médica de Harvard (EE.UU.) desarrollaron una píldora cubierta con múltiples agujas pequeñas que podrían usarse para inyectar medicamentos en el estómago o en el intestino delgado.

En esta ocasión, los investigadores cambiaron el diseño por el de una única aguja, lo que les permite inyectar medicamentos en el interior del estómago, donde los ácidos estomacales los descompondrían antes de tener ningún efecto.La punta de la aguja está hecha de insulina liofilizada y comprimida, y se ha empleado el mismo proceso utilizado para formar los fármacos. El eje de la aguja, que no llega a introducirse en la pared del estómago, está hecho de otro material biodegradable.

La aguja está unida a un resorte comprimido que se mantiene gracias a un disco hecho de azúcar. Cuando se ingiere la cápsula, el agua que hay en el estómago disuelve el disco de azúcar, liberando el resorte e inyectando la aguja en la pared del estómago.

Debido a que la pared del estómago no tiene receptores de dolor, los científicos creen que los pacientes no podrían sentir la inyección. Para asegurarse de que el medicamento se inyecta exactamente en la pared del estómago, diseñaron su sistema para que, sin importar cómo caiga la cápsula en el estómago, pueda orientarse para que la aguja esté en contacto con el revestimiento del mismo.
Una vez que la punta de la aguja se inyecta en la pared del estómago, la insulina se disuelve a una velocidad que los investigadores pueden controlar. En este estudio, en apenas una hora se liberó la totalidad de la insulina en el torrente sanguíneo.
Después de que la cápsula libera su contenido, puede pasar inofensivamente a través del sistema digestivo. Los investigadores no encontraron efectos adversos de la cápsula, que está hecha de polímeros biodegradables y componentes de acero inoxidable.

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