En un laboratorio de la Universidad de Stanford. En esta ocasión, el equipo de Nirao Shah puso a prueba la capacidad de los roedores para reconocer el sexo de otro miembro de su especie por primera vez, sin haberse encontrado jamás con otros animales aparte de su madre y sus hermanas. Sus resultados indican que, al menos los machos, saben en pocos segundos si el ratón que tienen delante comparte su sexo o no. En sus experimentos observaron que si se trataba de una hembra, el macho trataba de copular con ella y si era un macho se preparaba para pelear.
Los científicos, trataron de identificar si existía alguna región del cerebro de los ratones donde se encontraba inscrito este comportamiento y si existían diferencias anatómicas entre machos y hembras que puedan explicar diferencias en la forma de actuar.
Que algo sea innato, no significa que sea insensible a la experiencia o que no se pueda modificar
Se centraron en tejidos del cerebro que responden a las hormonas sexuales. En esta región, en ratones, se encuentra un tipo de neuronas que producen aromatasa.
Para comprobar el papel de estas neuronas en el reconocimiento de individuos de otro sexo sin necesidad de aprendizaje, los científicos, en primer lugar, registraron la actividad de esas células ante la presencia de machos o hembras. Después, manipularon las neuronas para ver qué sucedía. Cuando se apagaban, el ratón perdía la capacidad para reconocer el sexo del individuo que tenía junto a él y también el interés por copular con las hembras o pelear con los machos. Sin embargo, los científicos observaron que cuando a un macho se le activaban las neuronas imitando lo que sucede cuando aparece una hembra, él trataba de copular con el individuo que se acercaba aunque fuese un macho.
En el caso de las hembras, aunque las mismas neuronas también respondían ante la aparición de otro ratón, no parecía haber una diferencia importante si el animal era un macho o una hembra.
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