No hay enemigo pequeño, dice el refranero. Especialmente si el enemigo está cubierto de púas. Los leones son unos depredadores magníficos de casi 200 kilos, que derriban presas tan grandes como ñus, cebras e incluso jirafas pero que muerden el suelo ante unas criaturas del tamaño de un cocker spaniel: los puercoespines. Un equipo de investigadores del Museo Field de Historia Natural de Chicago ha analizado los registros históricos de leones africanos atacados por estos animales puntiagudos y han llegado a unas curiosas conclusiones. La primera, que si el rey de la sabana se decanta por un plato tan peligroso es porque no le queda más remedio. La segunda, que en este caso David vence a Goliath. La tercera, más inquietante, que las lesiones causadas por los puercoespines pueden cambiar los hábitos de caza de los grandes mamíferos y convertirlos en peligrosos devorahombres.
Los puercoespines africanos son grandes roedores que pesan alrededor de 18 kilos, y los depredadores (incluidos los humanos) los buscan por su sabrosa y jugosa carne. Pero sus lomos están cubiertos de púas afiladas hechas de queratina, el mismo material que el cabello y las uñas. Estas púas, que pueden tener 30 cm de largo o más, pueden desprenderse y quedar atrapadas en la carne de los depredadores descuidados o lo suficientemente desesperados como para atacarlos.
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