martes, 6 de noviembre de 2018

El darwinismo es una teoría incompleta

Los genes varían aleatoriamente, para empezar porque ningún sistema de replicación es perfecto, y para continuar porque el entorno ofrece una amplia gama de factores mutagénicos que alteran su secuencia (gatacca…). Esto implica que cualquier población contiene variaciones azarosas en sus genes, y por tanto en sus propiedades externas. Cuando el entorno aprieta con su radiación solar, su escasez de alimento o sus nuevos predadores, algunas variedades de la población resultan, por mero azar, mejor adaptadas a las nuevas condiciones. El individuo que tiene la piel un poco más oscura, el metabolismo un poco más lento o las piernas un poco más rápidas vivirá más y se reproducirá más. Miles o millones de años después, la población estará dominada por sus descendientes, porque estos estarán mejor adaptados a las circunstancias. El darwinismo opera por un mecanismo negativo: las variaciones las genera el azar, y la selección natural consiste en matar a los que han perdido en la ruleta. Lo interesante (la variación) precede a lo importante (la adaptación al entorno).
Los mecanismos evolutivos que confirman los datos sobre los descendientes de los soldados apresados por los sudistas, y otros cuantos precedentes, implican un mecanismo evolutivo por completo diferente. El ambiente –el hambre, el estrés, el sufrimiento— afecta al genoma del sufridor, incluido el genoma de sus células sexuales, y por tanto de sus hijos y nietos. Aquí lo interesante (la variación) ocurre en respuesta a la presión del entorno. Es una reacción biológica, activa y comprensible a las exigencias del medio. El que sobrevive no solo lo hace por suerte, sino también por mérito: el mérito de cambiar cuando las circunstancias lo exigen. El mérito de que su genoma perciba el entorno.
Un soldado de la Unión, tras ser liberado de una prisión confederada. Un soldado de la Unión, tras ser liberado de una prisión confederada

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