sábado, 26 de enero de 2019

Los peligros de la edición genómica

Entre las aplicaciones de la revolucionaria técnica de edición genómica hay una que ha puesto los pelos de punta a los propios genetistas que la usan. Se llama “reacción en cadena genética”, o “impulso genético” (gene drive), y causa la propagación de modificaciones genéticas no ya entre las células de un individuo, sino por todos los individuos de una población.

Y lo que ofrece la técnica de edición genómica crispr/cas al gen tramposo no es una pequeña ventaja, sino cuatro ases en la manga. El gen artificial introducido por un investigador en el organismo sigue activo, y es capaz de convertir al gen natural que tiene enfrente en una copia de sí mismo. El proceso no para nunca, y es tan eficaz que propaga el gen artificial por toda la población en pocas generaciones. De ahí su apodo de “reacción en cadena. El experimento en la mosca es obra de Valentino Gantz y Ethan Bier, de la Universidad de California en San Diego, y se publicó en marzo.

El objetivo de los científicos interesados en la reacción en cadena es sensato. Quieren diseñar métodos eficaces para alterar la genética de las poblaciones naturales de, por ejemplo, los mosquitos que transmiten la malaria y otras enfermedades que son un grave problema de salud pública en los países en desarrollo.

También se proponen erradicar a las especies invasivas que se han introducido en ecosistemas que pueden sucumbir a ellas. Y controlar las plagas más dañinas para la agricultura, como una alternativa al uso extensivo de pesticidas que dañan al medio y a los polinizadores naturales como abejas y abejorros.

El gen artificial introducido por en investigador en el organismo sigue activo, y es capaz de convertir al gen natural que tiene enfrente en una copia de si mismo. El proceso no para nunca, y es tan eficaz que propaga el gen artificial por toda la población en pocas generaciones. De ahí su apodo de “reacción en cadena.

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