En una de las investigaciones, estudiaron 293 personas, de 55 años de edad media, durante 3,7 años. En los 22 pacientes que padecieron un ataque cardíaco, angina de pecho, insuficiencia cardíaca, ictus o enfermedad arterial periférica, vieron que las personas con unos niveles elevados de actividad en la amígdala (región del cerebro vinculada con el estrés, que no las famosas anginas de nuestra infancia), tenían un riesgo más elevado de enfermedad cardíaca e ictus.
Simultáneamente, un estudio alemán en 3.428 hombres, seguidos durante 10 años, ha comprobado que el 15,2% de las muertes por patología cardiovascular estaba asociada a la depresión, comparable a la causada por otros factores de riesgo como la hipercolesterolemia, la obesidad y el tabaquismo.
Además, el British Medical Journal ha publicado un estudio donde se evidencia que la ansiedad y la depresión, podrían incrementar el riesgo de morir de ciertos tipos de cáncer. Se comprobó en 163.363 hombres y mujeres (inicialmente sin diagnóstico de cáncer, a los que se realizó un seguimiento medio de casi 10 años, de los cuales 4.353 fallecieron por cáncer) que aquellos con los niveles más altos de ansiedad y depresión fallecían más por leucemia, cáncer de colon, esófago, páncreas y próstata.
Todos estos estudios plantean que el estrés crónico es un factor de riesgo importante en las enfermedades cardio y cerebrovasculares y probablemente el cáncer, por lo que igual que controlamos otros factores de riesgo vascular como la hipertensión, hipercolesterolemia y diabetes, habría que prevenir el estrés.
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