Observar a gemelos y mellizos es un método útil para establecer si existe una correlación entre un comportamiento y las características genéticas de un individuo. En la gran mayoría de los casos, ambos individuos de una pareja de niños gemelos y mellizos viven en el mismo ambiente familiar y escolar. Pero los miembros del primer grupo comparten el mismo código genético, mientras los del segundo, no. Poder comparar los datos sobre gemelos y mellizos, y a su vez, en algunos casos, también con los de sus hermanos o hermanas, ha permitido aclarar cómo influyen las características genéticas sobre los hábitos de lectura, afirma Elsje van Bergen, doctora de la Universidad Vrije de Amsterdam y autora principal del estudio.
El estudio, publicado en la revista Journal of Child Psychology and Psychiatry, cuestiona así la idea común de que cuanto más se lea, mejores serán las habilidades individuales que se desarrollan. Aunque los autores matizan que aprender a leer requiere herramientas, práctica y esfuerzos, según su investigación la genética influye más de lo que cabe suponer. Para un niño con buenas habilidades, mejorar la lectura le va a costar mucho menos que, por ejemplo, a un niño con dislexia. “Las diferencias genéticas entre niños afectan hasta en un 87% la diferencia de habilidades de lectura”, afirma Van Bergen.
La investigación ha determinado que cuánto se lee por placer está menos determinado por factores genéticos que cómo se lee. Según Van Bergen y su equipo, las habilidades influyen en el tiempo y cantidad de lectura en un 16%. “Probablemente, también intervienen otras características genéticas del niño y la motivación que le trasmiten los padres y la escuela”, sostiene la investigadora. Un ejemplo de estos factores adicionales puede ser que a los niños más inquietos les cuesta más quedarse sentados con un libro, se agrega en el texto.
La psicóloga infantil Silvia Álava afirma que, más allá de las habilidades genéticas, hay también otros factores que tener en cuenta cuando se observa cuánto lee un niño. Uno de ellos, es la inteligencia, que puede llegar a influir mucho, según afirma. Álava cree que hay una serie de “prerrequisitos”, como la atención, las destrezas finas, la memoria, el sentido del ritmo y la coordinación que, si adecuadamente trabajados, ayudan a aprender a leer mejor y poder disfrutar de la lectura, porque así esta deja de suponer mucho esfuerzo. “A todos se nos pueden dar mejor o peor algunas cosas. Pero trabajando las habilidades, vas a conseguir mejorar. A algunos niños mejorar en la lectura les va a cambiar la vida, porque supone ya no tener problemas escolares”, afirma.
Tanto Elsje van Bergen y su equipo como Silvia Álava coinciden en que es importante motivar y acompañar a los niños en el descubrimiento de la lectura. “Leer tendría que ser una elección, no una obligación. En la biblioteca de las escuelas es importante que haya una buena variedad de libros y alguien que ayude a los niños a coger un libro adecuado a sus intereses y nivel de lectura”, afirma Van Bergen. Según Álava, hay que tener en cuenta que los niños “copian a los adultos de referencia”. Por eso los padres son “los primeros que tienen que fomentar la lectura con su modelo”. Dar acceso a libros, cuentos e historias a los niños desde que son muy pequeños puede ayudar mucho, sugiere la psicóloga.
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