Ahora, un grupo de científicos y médicos
británicos y estadounidenses han descubierto algo allí donde nadie estaba
mirando: en los músculos respiratorios, como los intercostales o el diafragma
que ensanchan o encogen la cavidad torácica facilitando el trabajo a los
pulmones. La investigación, publicada en The
Lancet muestra que entre los bebés fallecidos por muerte súbita hay una
proporción anormalmente alta de variantes en los genes que codifican el
desarrollo y funcionamiento de estos músculos.
Analizaron el exoma (la parte codificante del
genoma) de 84 pequeños que murieron de SMSL. En tierras americanas, estudiaron
el de 194 bebés. Se fijaron en concreto en el gen SCN4A, que interviene en el desarrollo de unos receptores que hay
en las células musculares (canales de sodio NaV1.4) y que hacen que se
contraigan o relajen.
En la población en general, la presencia de
variantes potencialmente perjudiciales de este gen se ha asociado con un
abanico de trastornos neuromusculares de base genética, como la miotonía,
diversas miopatías, paradas temporales de la respiración e incluso espasmos en
las cuerdas vocales. Por fortuna estas mutaciones son muy raras, afectando a
menos de cinco personas por cada 100.000. Sin embargo, entre los 278 pequeños
estudiados encontraron mutaciones en cuatro de ellos, el 1,4% de los casos. En
el laboratorio, forzaron la expresión de estas variantes en células humanas
sanas y confirmaron que los canales de sodio empezaban a fallar. "Este
descubrimiento revela un mecanismo completamente nuevo para el SMSL que no
había sido tenido en cuenta hasta ahora", resalta Hanna.
Pero ¿qué ocurre con los otros 274 niños que no
portaban una mutación dañina en el gen SCN4A y que, sin embargo, murieron de
muerte súbita? Aunque el profesor Hanna reconoce esta limitación de sus
resultados, la ve como una oportunidad: "Significa que ahora debemos tener
en cuenta otros canales de iones como posibles causantes de SMSL y hay al menos
otros 100 genes relacionados con los canales de iones de los músculos", recuerda.
Es la fase en la que están ahora, estudiando estos otros posibles candidatos
para explicar la muerte del resto de niños.
"No hay que olvidar que la muerte súbita es
una enfermedad heterogénea a la que hay asociadas unas 20.000 variantes
genéticas", recuerda Brugada. "El 1,4% de este estudio puede parecer
poco pero abre la puerta a estudiar otros genes que controlen la
respiración", añade. Todo suma para intentar responder, dice, a las
preguntas de siempre: "¿De qué se mueren niños y jóvenes tan sanos? ¿Por
qué hay algunos bebés con una mutación que sobreviven, pero mueren de muerte
súbita de adultos?"
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