Como es conocido, la ingesta excesiva de ácidos grasos saturados, presentes mayoritariamente en alimentos de origen animal, pueden provocar enfermedades del sistema cardiovascular. Más recientemente se ha demostrado que algunos de estos ácidos grasos también pueden estar implicados en determinados tipos de cáncer, puesto que actúan como «catalizadores» del crecimiento de los tumores. Ahora, diversos estudios hechos con modelos animales concluyen que las dietas enriquecidas con ácidos grasos saturados predisponen a sufrir pérdida de memoria.Al mismo tiempo, la diabetes de la edad adulta, o diabetes 2, sería un factor determinante a la hora de activar los procesos de muerte neuronal y de la consiguiente pérdida de memoria característica de la enfermedad de Alzheimer. Estos resultados quedan recogidos en un artículo publicado en la revista Pharmaceuticals por investigadores de la Universidad Rovira i Virgili y de la Universidad de Barcelona.
Otro elemento determinante de la dieta es si la ingesta de los diferentes tipos de ácidos grasos saturados no se compensa con ácidos grasos omega-3, que podemos encontrar en el pescado azul o en los frutos secos. Parece ser que este desequilibrio nutricional es un factor decisivo. Los efectos de una dieta descompensada, con exceso de grasas saturadas, combinada con una carencia de actividad física prolongada en el tiempo y endulzada con un abuso en el consumo de productos alimentarios que incorporan azúcares añadidos, predisponen a sufrir diabetes de tipos 2.
En esta situación, tejidos como el hígado o los músculos tienen dificultades para captar la glucosa que circula por la sangre. En el cerebro, pero, la glucosa penetra perfectamente en las neuronas. El problema es que en el cerebro la insulina no está implicada con la captación de glucosa.
Las recientes investigaciones sugieren que es la misma proteína β-amiloide, que se encuentra en el cerebro de los pacientes de Alzheimer, la responsable de empeorar todavía más el cuadro diabético general. El trabajo también abre nuevas oportunidades para encontrar tratamientos efectivos y hace patente que aquellas recomendaciones para prevenir enfermedades cardiovasculares o el cáncer sirven también para evitar enfermedades del cerebro.
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