lunes, 12 de febrero de 2018

IDENTIFICACIÓN DE UNA ESTRUCTURA CELULAR QUE PROPICIA EL RECHAZO AL TRASPLANTE

En 1954, se realizó el primer trasplante de riñón, el cual fue todo un éxito. Después de este se realizó un trasplante de hígado, y, al año siguiente, de corazón. Pero aunque las técnicas operatorias van avanzando gratamente sigue preocupando los rechazos que genera el cuerpo hacia esos órganos.
“El 10% de los órganos son rechazados en los primeros 12 meses del trasplante a pesar de las pruebas de compatibilidad”, señala Mélanie Dieudé, miembro del Centro de investigación del Hospital de la Universidad de Montreal. Ella está al frente, junto con Marie-Josée Hébert, de un equipo en esta institución que ha identificado una estructura celular responsable del rechazo de órganos sólidos que había pasado inadvertida.
Las pruebas de compatibilidad, en cuanto a grupo sanguíneo y a antígenos HLA, reducen significativamente los riesgos de rechazo, pero no en todos los trasplantes.
Algunos científicos canadienses observaron que algunos órganos secretan células específicas que alertan al sistema inmunitario del receptor. Con este descubrimiento se puede evaluar de forma más completa el nivel de fracaso en trasplantes de riñón, corazón, pulmón, páncreas e hígado.
 Por ello los expertos se interesaron en los vasos sanguíneos y constataron que cuando estos sufren algún daño, secretan unas pequeñas vesículas que emiten señales de alarma. “Los órganos provienen muchas veces de un cuerpo que ha sufrido situaciones graves. No es un órgano sereno, por decirlo de algún modo. Estamos analizando qué daño sufren los órganos de acuerdo con el tipo de fallecimiento", afirma Dieudé.
Estos investigadores canadienses trabajaron con ratones, cultivos celulares y muestras humanas (sangre, orina, biopsias). En el caso de los ratones realizaron trasplantes entre integrantes de una misma familia y constataron que hay problemas a pesar de la compatibilidad. Los científicos también descubrieron que un medicamento puede actuar como neutralizador de proteasoma, la enzima en esas pequeñas vesículas que desencadena el rechazo. Se trata del Bortezomib, un fármaco utilizado en ciertos tipos de cáncer de la médula ósea y que consigue que el sistema inmunitario no encienda sus alertas.

Mélanie Dieudé señala que tiene la suerte de tener acceso a un abundante banco de datos por formar parte del CNTRP, aunque debe continuar desarrollando algoritmos para interpretar mejor este mar de información. También, a través de los estudios de perfusión exvivo efectuados con otros miembros de esta red canadiense, están reconociendo, junto a sus compañeros, cada vez más los daños que sufre un órgano y las formas de repararlo. Dieudé reconoce que el objetivo es ambicioso: reducir a mínimos el número de rechazos y buscar que los órganos sirvan para toda la vida del receptor. “Queremos que sean una cura y no una etapa más. Para ello es necesario trabajar para que estén en la mejor condición posible”, explica.

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