IDENTIFICACIÓN DE UNA ESTRUCTURA CELULAR QUE PROPICIA EL RECHAZO AL TRASPLANTE
En 1954, se
realizó el primer trasplante de riñón, el
cual fue todo un éxito. Después de este se realizó un trasplante de hígado, y, al
año siguiente, de corazón. Pero aunque
las técnicas operatorias van avanzando gratamente sigue preocupando los
rechazos que genera el cuerpo hacia esos órganos.
“El 10% de los
órganos son rechazados en los primeros 12 meses del trasplante a pesar de las
pruebas de compatibilidad”, señala Mélanie Dieudé, miembro del Centro
de investigación del Hospital de la Universidad de Montreal. Ella está al
frente, junto con Marie-Josée Hébert, de un equipo en esta institución que ha
identificado una estructura celular responsable del rechazo de órganos sólidos
que había pasado inadvertida.
Las pruebas de
compatibilidad, en cuanto a grupo sanguíneo y a antígenos HLA, reducen
significativamente los riesgos de rechazo, pero no en todos los trasplantes.
Algunos científicos
canadienses observaron que algunos órganos secretan células específicas que
alertan al sistema inmunitario del receptor. Con este descubrimiento se puede
evaluar de forma más completa el nivel de fracaso en trasplantes de riñón,
corazón, pulmón, páncreas e hígado.
Por ello los expertos se interesaron en los
vasos sanguíneos y constataron que cuando estos sufren algún daño, secretan
unas pequeñas vesículas que emiten señales de alarma. “Los órganos provienen
muchas veces de un cuerpo que ha sufrido situaciones graves. No es un órgano
sereno, por decirlo de algún modo. Estamos analizando qué daño sufren los
órganos de acuerdo con el tipo de fallecimiento", afirma Dieudé.
Estos
investigadores canadienses trabajaron con ratones, cultivos celulares y muestras
humanas (sangre, orina, biopsias). En el caso de los ratones realizaron trasplantes
entre integrantes de una misma familia y constataron que hay problemas a pesar
de la compatibilidad. Los científicos también descubrieron que un medicamento
puede actuar como neutralizador de proteasoma, la enzima en esas pequeñas
vesículas que desencadena el rechazo. Se trata del Bortezomib, un fármaco
utilizado en ciertos tipos de cáncer de la médula ósea y que consigue que el
sistema inmunitario no encienda sus alertas.
Mélanie Dieudé
señala que tiene la suerte de tener acceso a un abundante banco de datos por
formar parte del CNTRP, aunque debe continuar desarrollando algoritmos para
interpretar mejor este mar de información. También, a través de los estudios de
perfusión exvivo efectuados con otros miembros de esta red canadiense, están
reconociendo, junto a sus compañeros, cada vez más los daños que sufre un órgano y las formas de
repararlo. Dieudé reconoce que el objetivo es ambicioso: reducir a mínimos el número
de rechazos y buscar que los órganos sirvan para toda la vida del receptor.
“Queremos que sean una cura y no una etapa más. Para ello es necesario trabajar
para que estén en la mejor condición posible”, explica.
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