jueves, 15 de febrero de 2018

¿Hormigas con un exoesqueleto de antibióticos?

Las hormigas son animales sociales, algunas especies forman colonias de centenares de miles de individuos, tal densidad de población es el caldo de cultivo ideal para los patógenos. Sin embargo, un estudio con un centenar de colonias de una veintena de especies muestra que la mayoría de los formícidos segregan agentes antimicrobianos sin, que se sepa, provocar el desarrollo de resistencias. 
Un grupo de entomólogos americanos recolectó trabajadoras de 20 especies de hormigas diferentes de un centenar de colonias. Por medio de su inmersión en etanol y posterior centrifugado, obtuvieron los componentes básicos de la cutícula que forma el exoesqueleto de los insectos. Tras colocarlas en recipiente con un cultivo de bacterias Staphylococcus epidermidis, comprobaron que 12 de las especies inhibían el crecimiento bacteriano.

Los autores de la investigación, publicada en la revista científica Royal Society Open Science, partían de una hipótesis: cuánto más grandes las colonias que forma una determinada especie, más expuestas a los patógenos. Así que deberían de segregar agentes antimicrobianos más potentes. Sin embargo, no encontraron correlación entre dimensiones del hormiguero y potencia. 

"De hecho, la hormiga que produjo el antimicrobiano más potente en nuestro estudio, conocida como hormiga ladrona [Solenopsis molesta], vive en colonias de unos pocos centenares de trabajadoras. Estas hormigas son, además, las más pequeñas de todas las que hemos estudiado. Cuando analizamos especies que forman supercolonias, llamadas así porque estos gigantescos hormigueros pueden extenderse centenares de kilómetros y contener millones de hormigas, no encontramos evidencias de actividad antimicrobiana", comenta Penick.

Aún queda mucho para convertir a las hormigas en factorías de antibióticos para las enfermedades humanas. Hay que comprobar la acción de sus antimicrobianos contra otras bacterias, identificando los principales entomopatógenos. Tendrán que localizar todos los mecanismos que usan los formícidos para crear estos componentes activos y aislarlos.

Pero las hormigas parten con una ventaja: la aparente ausencia del desarrollo de resistencias. "Los humanos llevamos usando antibióticos menos de 100 años y muchos patógenos ya han desarrollado resistencia. Estamos inmersos en lo que algunos llaman una carrera de armamentos antibióticos, donde los patógenos generan resistencia a nuestros antibióticos tan rápido o más que nosotros descubrimos unos nuevos", recuerda Penick. Y añade López-Uribe: "La relación entre patógenos y antibióticos en las hormigas es mucho más equilibrada. No hay abuso de los antibióticos, por lo que la presión selectiva sobre los patógenos es menor y la evolución de resistencias es menos problemática". 


No hay comentarios: