La sonrisa se asocia culturalmente con características positivas. Por esa razón, no resulta extraño que creamos que sonreír nos hace parecer más jóvenes. Tan solo se necesita dar una mirada rápida a las campañas publicitarias de productos antiedad para descubrir que la mayoría de los anuncios incluyen rostros sonrientes. Una buena estrategia, puesto que los estudios psicológicos demuestran que la mayoría de las personas cree que al sonreír se ve más jóven. Pero ¿es realmente así?
Un estudio, publicado en la revista Psychonomic Bulletin and Review, muestra que, en realidad, le ponemos más edad a un rostro que sonríe que a uno con expresión neutra. Para demostrarlo, Tzvi Ganel, de la Universidad Ben-Gurión, y Melvyn Goodale, de la Universidad del Oeste de Ontario, pusieron a prueba a 80 personas en dos experimentos.
La primera fase de la investigación consistió en mostrar a los participantes 70 fotografías de personas sonrientes o con expresión neutra. Al tiempo que observaban las fotos, debían estimar la edad de la persona que aparecía en cada una de ellas. Después, los autores preguntaron a los sujetos su opinión sobre el efecto que tiene la sonrisa en la edad que aparenta una persona («¿Crees que cuando una persona sonríe se ve más joven?»). Durante la presentación de imágenes, los participantes asignaron a los individuos que sonreían en las imágenes una mayor edad que a los que mantenían una expresión neutra. Sin embargo, en el cuestionario posterior, respondieron que creían haber asignado menos años a quienes sonreían, pues "sonreír hace que te vean más jóven".
Los investigadores detectaron que en nuestro cerebro existe una incoherencia entre lo que se percibe y lo que se cree percibir. En este caso, los científicos proponen que las arrugas alrededor de los ojos desempeñan un papel muy importante a la hora de estimar la edad de una persona. Al sonreír, los ojos se arrugan y esto puede explicar por qué percibimos las caras sonrientes como más viejas.
Para explorar el "efecto envejecimiento" de la sonrisa, Ganel ha llevado a cabo otros experimentos en los que comprueba que dicho efecto desaparece si las imágenes mostradas se retocadan para eliminar las arrugas de los ojos, o si exhiben solo la parte inferior de los rostros sonrientes (sin los ojos).
En una segunda fase del experimento, Ganel y Goodale pidieron a 42 sujetos que evaluaran la edad de personas con expresión sonriente, neutra o sorprendida en otro grupo de fotos. De nuevo, los rostros sonrientes fueron percibidos como más viejos. En cambio, los participantes calificaron las caras sorprendidas como más jóvenes.
Los investigadores explican que la expresión de sorpresa implica el estiramiento de diferentes músculos alrededor de los ojos. Así, en coherencia con la idea de que la percepción de la edad depende de la cantidad de arrugas en torno a los ojos, los rostros con expresión de sorpresa son percibidos como más jóvenes.
El estudio muestra una clara disociación entre la estimación de la edad al observar un rostro sonriente y la creencia sobre el efecto que tiene la sonrisa en la edad percibida: aunque creamos que la sonrisa nos hace ver más jóvenes, nuestro cerebro interpreta las arrugas asociadas a esta expresión facial como un símbolo de más edad. Fuera de la investigación, tal vez le convenga reconsiderar su foto de perfil en las redes sociales... si lo que pretende es verse joven, mejor aparecer serio.
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