
“Se trata de una frecuencia baja, de tres a 15 veces menos que lo otros trabajos epidemiológicos describieron”, señala el doctor Carles Gaig, neurólogo del hospital Clínic y firmante del estudio. Con los archivos del año 2014, los investigadores reunieron los datos de las unidades especializadas del sueño de 13 hospitales catalanes y contabilizaron, previa anonimización de la información, a 325 pacientes diagnosticados. También buscaron en los servicios de atención primaria los pacientes con este diagnóstico y localizaron a medio centenar más.
Los expertos sospechan que la baja prevalencia se debe a varios motivos. Para empezar, que la predisposición genética sea más baja, pues hay un marcador genético inmunológico que predispone a sufrir la enfermedad (que se tenga no significa que vaya a desarrollar la enfermedad necesariamente, sino que aumenta el riesgo) y en España lo tiene el 15% de la población, mientras que en Holanda, lo posee el 30%. Gaig sostiene que pueden influir factores ambientales diversos y que también puede haber diferencias en los métodos de estudio. “Nosotros hemos buscado pacientes diagnosticados. Otros estudios usan otra metodología, como coger una muestra de la población y hacer un cuestionario”, apunta.
Con todo, los investigadores admiten que también hay una eleva infradetección. “El retraso diagnóstico es de 12 años. Esta enfermedad empieza en la infancia-adolescencia y en adultos jóvenes, por lo que la frecuencia aumenta con la edad. Pero vemos una bajada de la prevalencia a partir de los 50 años, así que intuimos que está infradiagnosticada”.
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