domingo, 6 de mayo de 2018

Descubierto el talón de Aquiles del cáncer de próstata más agresivo


Células de cáncer de próstata

Un cáncer que, si bien en un gran número de casos no resulta mortal dado su lento crecimiento, causó solo en 2016 el deceso de 5.752 españoles. De ahí la importancia de un estudio dirigido por investigadores de la Universidad de California en San Francisco ,en el que se describe un fármaco experimental capaz de inducir a las células cancerígenas resistentes, que no así a las sanas, a ‘autodestruirse’. Como explica Davide Ruggero, director de esta investigación publicada en la revista «Science Translational Medicine», «en nuestro trabajo hemos viso que las células del cáncer de próstata se vuelven ‘adictas’ a la síntesis de proteínas para lograr la energía que requieren para su rápido crecimiento. Hemos descubierto las restricciones moleculares que causan que las células tumorales mantengan su adicción bajo control, así como que si eliminamos estas ‘restricciones’, esas células se queman rápidamente bajo la presión que les supone su ‘codicia’ por las proteínas». 

Las células del cáncer de próstata contienen mutaciones que les empujan a producir grandes cantidades de proteínas con las que satisfacer sus necesidades de proliferación y expansión.

El fármaco ISRIB promueve la producción descontrolada de proteínas por las células cancerígenas, lo que acaba provocando su muerte

Más concretamente, las mutaciones en ‘MYC’ y en ‘PTEN’ provocaban que la proteína ‘eIF2a’, conocida por regular la síntesis de proteínas, se convirtiera en una forma alternativa –‘P-eIF2a’– que reduce la producción de proteínas. Así que el siguiente paso fue evaluar si al inhibir la supresión de la síntesis de proteínas por P-eIF2a se lograba que las células cancerígenas se acabaran inmolando. Como indica Hao Nguyen, co-autor de la investigación, «una vez que vimos que estos tumores estaban activando parte de su UPR para poner freno a su propia producción de proteínas, nos preguntamos qué le pasaría al cáncer si le quitábamos los frenos».

Los autores recurrieron a un fármaco experimental llamado ‘ISRIB’ que ya había demostrado en un estudio previo ser eficaz a la hora de revertir los efectos de P-eIF2a. Y gracias al tratamiento, las células cancerígenas, ya de por sí muy agresivas, comenzaron a producir proteínas en tales cantidades que se agotaron y murieron. De hecho, los tumores comenzaron a encoger a las tres semanas de tratamiento con ISRIB, y al cabo de seis semanas interrumpieron totalmente su crecimiento. Como apunta Crystal Conn, co-autora de la investigación, «nuestro trabajo muestra que bloquear la señalización de P-eIF2a con ISRIB reduce la progresión tumoral y destruye a las células que ya han progresado o migrado y se han convertido en células mucho más agresivas. 

Unos resultados muy interesantes dado que encontrar nuevos tratamientos para el cáncer de próstata resistente a la castración es un necesidad clínica urgente». Además, el nuevo fármaco no parece tener ningún efecto sobre las células sanas. « Pero en el caso de las células agresivas, se ‘tostarán’ cuando no puedan contar con este sistema».

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