"Esto es lo que vamos a hacer durante nuestra vida", tercia Álvaro de Santiago, también de 23 años. "La teoría es importantísima, pero al final un paciente no es un libro". Estos dos estudiantes pasarán por prácticamente todos los servicios del hospital. En los más generales, como medicina interna o atención primaria, estarán de dos a tres semanas, cuentan. En hematología o urología, más específicos, una. ¿Y esta mañana? Han ingresado a una paciente y le han hecho su historia clínica, han visitado a otros tantos acompañando a la médico adjunta y han ayudado, también, a tratar a un hombre que sufría una insuficiencia cardiaca. "En Urgencias te puedes encontrar de todo: politraumatismos, infecciones respiratorias, atropellos, tumores...", enumera Gómez.
Los estudiantes, como ellos mismos cuentan, no participan en procedimientos quirúrgicos, aunque pueden estar presentes en el quirófano para asistir al cirujano. "Sí que hacemos intervenciones con muñecos y maquetas [como puede ser un torso de plástico o un oído]", detalla De Santiago, que añade que al cabo del año tienen dos o tres talleres de este tipo. El objetivo de las prácticas es que los estudiantes se familiaricen con una serie de artes básicas: desde hacer una correcta historia clínica hasta interpretar una radiografía o un TAC, pasando por aprender a explorar una rodilla, palpar una tripa para detectar una posible apendicitis o auscultar corazón y pulmones.
Gómez y De Santiago son dos de los miles de estudiantes de Ciencias de la Salud, una de las ramas más demandadas en España. Están satisfechos con lo que les está aportando la experiencia. Coinciden en su único pero: les gustaría que sus atribuciones durante las prácticas estuvieran más claras, como sí sucede con los residentes, que cuentan con un programa definido.
Robots que tosen y respiran
Que un convaleciente sea explorado por un estudiante detrás de otro para detectar alguna anomalía no es cómodo para nadie. Lo saben Gómez y Santiago y también los profesores que les dan clase. Y aunque esto no deja de ser necesario para el buen aprendizaje, un paciente no puede ser un campo de pruebas infinito. Por ello, algunos centros ya trabajan con robots que recrean reacciones y funciones humanas. El objetivo es ampliar la capacitación del alumno y, sobre todo, posibilitar la enseñanza mediante la prueba y el error, algo que la propia naturaleza de la actividad médica impide.
"Ya no es que los alumnos sepan, si no que sepan hacer", entiende Antonio López Román, médico y también profesor de fisioterapia de los alumnos Gómez y De Santiago en la Universidad Alfonso X el Sabio. "Para ello queremos proporcionar unas prácticas que antes no se hacían: estandarizadas, en entornos controlados y para todos igual". Aquí es donde entra el nuevo hospital virtual que este centro privado ultima y que abrirá sus puertas a estudiantes y posgrados a partir de septiembre. Un espacio de 2.000 metros cuadrados, integrado en el propio campus, donde los futuros facultativos practicarán técnicas y emularán situaciones difícilmente realizables en un hospital real.
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