Hay quien asegura que el cabello pierde su color, encanece, tras una grave enfermedad. Ahora, Melissa Harris, de la Universidad de Alabama en Birmingham, en colaboración con científicos de los Institutos Nacionales de Salud en Bethesda y la Universidad de Maryland, podría haber hallado la base científica de esta observación popular. Según su estudio, publicado por la revista Plos Biology, existe un vínculo entre la activación del sistema inmunitario innato y la pérdida de melanocitos, las células productoras del pigmento melanina.
La coloración del cabello depende en gran medida de las células madre melanocíticas residentes en el folículo piloso. Cuando un pelo muere y es remplazado por uno nuevo, estas células generan los melanocitos responsables de la formación y acumulación de melanina en la raíz capilar. Múltiples proteínas, entre las que destaca el factor de trascripción asociado a la microftalmia (MIFT, por sus siglas en inglés), regulan este proceso, conocido como melanogénesis. MIFT favorece la expresión de varios genes asociados con la producción de pigmento. Sin embargo, esta podría no ser su única función.
Animales canosos e infecciones víricas
Los experimentos, realizados en ratones con melanocitos deficientes en MIFT, mostraron que en ausencia del factor de transcripción el sistema inmunitario innato se activa. En concreto, Harris y sus colaboradores observaron una mayor expresión de genes relacionados con la respuesta ante infecciones víricas o enfermedades autoinmunitarias. Ello sugiere que MIFT reprime este tipo de reacción de defensa.
Además, tras la administración de ácido poliinosinoco-policitidílico, una molécula que simula la invasión de un virus, el manto negro de los roedores modificados genéticamente se tornó gris. Los científicos relacionaron el cambio de color con una reducción del número de células madre melanocíticas. No obstante, desconocen el mecanismo molecular detrás de dicha muerte celular, pues el análisis del tejido descartó un ataque de células inmunitarias sobrereactivas. Futuros experimentos intentarán esclarecer esta cuestión.
Para Harris, su trabajo demuestra la existencia de un vínculo entre la producción del pigmento melanina y la respuesta inmunitaria: la proteína MIFT. Si su control sobre la acción de defensa desaparece, surgen las canas. Así pues, mutaciones en el gen de la molécula podrían explicar por qué el cabello de algunas personas pierde su color natural de forma prematura ante infecciones o estrés crónico.
Asimismo, las conclusiones del estudio podrían ayudar a comprender mejor otras enfermedades como el vitíligo, caracterizado por la decoloración de la piel. En tiempo reciente, se ha especulado con la existencia de ciertas alteraciones genéticas que favorecerían la aparición de esta patología, así como la implicación del sistema inmunitario en su desarrollo y progresión.
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