Cameron es una mujer de 71 años que afirma no sentir el dolor.
El nombre de anandamida deriva de la sensación que produce (sustancia relacionada a la felicidad). Ananda, en sánscrito, significa felicidad. Se considera un cannabinoide endógeno porque sus efectos son similares a los de la planta del cannabis, la marihuana.
Los investigadores creen que Cameron heredó dos mutaciones en la zona del genoma humano que tiene las instrucciones para eliminar la anandamida. Piensan que no sufre ningún problema en la transmisión del dolor, sino que la abundancia de anandamida en el cerebro debido a sus defectos genéticos hace que no sienta el dolor.
Las señales que llegan al cerebro forman la experiencia del dolor, pero esta sensación depende de la genética, del estado emocional, del estado hormonal, de las expectativas, de las experiencias previas y de otros factores”, apunta Srivastava. La sobredosis natural de anandamida en la cabeza de Cameron diluiría ese mensaje doloroso en el cerebro.
A pesar de ser algo asombroso y de que parezca algo muy bueno, tiene, en realidad inconvenientes.“Me quemo a menudo en la cocina y no me entero hasta que huele a carne quemada. Tengo muchas cicatrices en mi cuerpo”, explica. “No es algo bueno. Esto tiene sus ventajas y sus inconvenientes. El dolor te avisa de que algo malo está pasando. Y yo no me entero”.
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