Extraer una cabeza y conectarla a otro cuerpo es un proceso quirúrgicamente muy complejo, pero posible. Los trasplantes de tejido compuesto, han progresado de manera espectacular en las últimas dos décadas con los injertos de piernas, brazos o cara, con un destacado papel de cirujanos españoles como Pedro Cavadas o Pere Barret. Se pueden soldar huesos, unir nervios periféricos, vasos sanguíneos, músculos, la tráquea o la piel. También controlar el rechazo que provoca conectar un cuerpo extraño gracias a la medicación inmunosupresora, que sería similar a la que se administra en los injertos de cara. Sin embargo, aún existe un muro que ningún investigador ha podido franquear: restablecer la conexión de los tejidos nerviosos de la médula espinal tras un trauma como el que representaría un trasplante de este tipo.
La médula espinal es una especie de enorme cableado de fibras encargadas de transmitir los impulsos nerviosos desde el cerebro a las extremidades y el resto del cuerpo. Hay decenas de miles de millones de cables, cada uno de ellos con una función concreta. Si se secciona, como implicaría un injerto de este tipo, se plantean dos problemas que, hasta el momento, la ciencia ha sido incapaz de resolver.
Extraer una cabeza y conectarla a otro cuerpo es un proceso quirúrgicamente muy complejo, pero posible. Los trasplantes de tejido compuesto –en cuya categoría entraría el de cabeza– han progresado de manera espectacular en las últimas dos décadas con los injertos de piernas, brazos o cara, con un destacado papel de cirujanos españoles como Pedro Cavadas o Pere Barret. Se pueden soldar huesos, unir nervios periféricos, vasos sanguíneos, músculos, la tráquea o la piel. También controlar el rechazo que provoca conectar un cuerpo extraño gracias a la medicación inmunosupresora, que sería similar a la que se administra en los injertos de cara –con los consiguientes efectos secundarios ligados a esta fuerte medicación–. Sin embargo, aún existe un muro que ningún investigador ha podido franquear: restablecer la conexión de los tejidos nerviosos de la médula espinal tras un trauma como el que representaría un trasplante de este tipo.
La médula espinal es una especie de enorme cableado de fibras encargadas de transmitir los impulsos nerviosos desde el cerebro a las extremidades y el resto del cuerpo. Hay decenas de miles de millones de cables, cada uno de ellos con una función concreta. Si se secciona, como implicaría un injerto de este tipo, se plantean dos problemas que, hasta el momento, la ciencia ha sido incapaz de resolver.