Desde muy pequeños, los niños agrupan las palabras que oyen en campos semánticos “¿Dónde está el pañal?”, recita una voz en los auriculares del padre. Éste, con los ojos vendados para no estropear el experimento, repite en voz alta. La pregunta, formulada por investigadores en un laboratorio de psicología, va dirigida a su hija, que está sentada en su regazo observando una pantalla con fotografías de objetos cotidianos. Ella no puede hablar —con tan solo seis meses, ni siquiera señala todavía— pero lo entiende, porque su mirada obvia la fotografía del libro y se desvía hacia el pañal. Todo queda registrado por las cámaras del laboratorio, que están equipadas con tecnología de seguimiento ocular.
Éste experimento es el primero en demostrar que los niños, incluso a los seis meses, utilizan redes de vocabulario sencillas para reconocer palabras que han oído antes. Los investigadores estadounidenses Elika Bergelson y Richard Aslin, de las universidades de Duke (Carolina del Norte) y Rochester (Nueva York), respectivamente, realizaron la prueba de seguimiento de ojos a 51 bebés neoyorquinos para medir su comprensión de sustantivos concretos. Varios estudios de los últimos años han demostrado que los bebés de seis meses ya entienden nombres propios y algunos sustantivos concretos. Sin embargo, los investigadores desconocían si las primeras palabras se aprenden como "islas" de conocimiento inconexas o si el vocabulario temprano ya está dotado de estructura semántica, como ocurre en niños mayores y en adultos
En este estudio, publicado hoy en PNAS, los autores mostraron a los bebés varias parejas de imágenes. Algunas eran de objetos relacionados semánticamente (por ejemplo, libro y pelota), mientras que otras eran de objetos dispares (como libro y pañal). Los bebés muestran mejor comprensión —es decir, miran más a la foto correcta después de oír el sustantivo— cuando los objetos no están relacionados. El resultado es mucho más claro de lo que cabría esperar si observasen las imágenes al azar, lo cual demuestra que se apoyan en las relaciones semánticas de las palabras para decidir su significado. “Este estudio indica que los modelos de aprendizaje que tenemos para edades más avanzadas ya se aplican a estas edades tan tempranas”, explica Ruth Tincoff, una psicóloga del College of Idaho (EE UU) ajena a este estudio.
La explicación más intuitiva para justificar el resultado es que los niños muy pequeños saben suficiente acerca de los sustantivos citados como para descartar un objeto que no está relacionado semánticamente, pero no los conocen con suficiente detalle para distinguirlos de otra palabra relacionada. Por ejemplo, un bebé podría saber que nariz nunca se refiere a un libro, pero no saber si nariz puede referirse a una boca. Sin embargo, hay otra hipótesis que los expertos no descartan: quizás los niños realmente reconocen el objeto nombrado, pero los estímulos de oírlo y verlo en pantalla activan sus conocimientos de otras palabras relacionadas, distrayéndolos.
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