lunes, 13 de noviembre de 2017

La ciencia del miedo: por qué nos gusta que nos asusten

Las calabazas siniestras son lo que menos nos da miedo en Halloween, un día dedicado a que nos asusten.

Si pensamos en las conexiones del cerebro y en la psicología humana, algunas de las principales sustancias químicas que contribuyen a provocar una reacción de “lucha o huida” también intervienen en otros estados emocionales positivos, como la felicidad y la excitación. Por tanto, tiene sentido que el estado de gran excitación que experimentamos durante un susto también se puede experimentar en una situación más positiva. Pero ¿cuál es la diferencia entre sentir un “subidón de adrenalina” y sentirse totalmente aterrorizado?

Somos psiquiatras que tratan el miedo y que estudian su neurobiología. Nuestros estudios y nuestras interacciones clínicas, así como los de otros, indican que un elemento importante de la manera en que experimentamos el miedo está relacionado con el contexto. Cuando nuestro cerebro “pensante” da información a nuestro cerebro “emocional” y consideramos que estamos en un espacio seguro, entonces podemos cambiar rápidamente la manera en que experimentamos ese estado de gran excitación y podemos pasar de un estado de miedo a uno de alegría o de emoción.
Cuando entras en una casa embrujada en la época de Halloween, por ejemplo, sabiendo de antemano que un demonio te puede saltar encima o sabiendo que no es realmente una amenaza, puedes modificar la experiencia. Por el contrario, si estuvieses andando en un callejón oscuro por la noche y un extraño empezase a perseguirte, el área emocional y el área del pensamiento de tu cerebro coincidirían en que la situación es peligrosa y es el momento de huir.
La reacción del miedo empieza en el cerebro y se extiende por todo el cuerpo para realizar ajustes y preparar la mejor defensa o la mejor reacción de huida. La respuesta de miedo se inicia en una región del cerebro llamada amígdala cerebral. Este conjunto de núcleos con forma de almendra en el lóbulo temporal del cerebro se encarga de detectar la importancia emocional de los estímulos, hasta qué punto algo nos llama la atención.
Para más información: https://elpais.com/elpais/2017/10/27/ciencia/1509113993_635474.html

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