Como bien saben los que conviven con mascotas, los humanos
no son los únicos que tienen personalidad. De hecho, los científicos han
encontrado huellas de rasgos de personalidad en insectos, peces, reptiles, aves
y mamíferos. Entre todos estos, los primates y, en especial, los chimpancés
(Pan troglodytes schweinfurthii), son animales tan cercanos al hombre que los
científicos estudian su comportamiento para desentrañar los orígenes evolutivos
y las posibles funciones biológicas de la personalidad humana.
Con este objetivo en mente, el investigador Alexander Weiss,
etólogo de la Universidad de Edimburgo (Reino Unido), ha recopilado 40 años de
datos sobre el comportamiento de los chimpancés, recogidos por cuidadores en el
Parque Nacional de Gombe (Tanzania), y ha obtenido datos que sugieren que la
personalidad de estos animales no solo es única sino también estable a lo largo
del tiempo. Sus resultados han sido publicados recientemente en la revista
Scientific Data.
«Los rasgos de personalidad de cada chimpancé son
relativamente estables», ha explicado Weiss.«Esto no quiere decir que no
cambien. Puedes pensar en ellos como si hablaras de la altura. Los niños más
altos crecen y se convierten en adultos altos, mientras que los que son más
bajos crecen hasta llegar a ser adultos más bajos. Con los rasgos de
personalidad ocurre lo mismo».
Los antecedentes de este estudio se remontan a los trabajos
de la famosa primatóloga Jane Goodall en el Parque Nacional de Gombe, a lo
largo de los que constató que cada chimpancé tenía su propia personalidad. Ya
en 1973, el investigador Peter Buirski ideó un método para tratar de describir la
personalidad de los chimpancés: el Índice del Perfil de Emociones. Gracias a
él, los investigadores asignaban una personalidad a cada animal basándose en
ocho rasgos opuestos (confianza y desconfianza, control y descontrol,
agresividad y timidez, depresión y gregarismo).
Gracias a esto, las pruebas indicaron que las hembras eran
más tímidas, deprimidas y de confianza que los machos. Además, los machos de
mayor estatus resultaron ser más agresivos y menos tímidos que los de menor
rango.
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