Los recuerdos de procesos inflamatorios previos ayudan a las células madre a sanar más rápidamente las heridas y provocan los brotes en algunas enfermedades autoinmunes.
Y es que las células madre que residen en la epidermis albergan recuerdos duraderos de las experiencias negativas vividas en el pasado, caso de una herida, de una infección o de cualquier otra situación que provocara una respuesta inmune inflamatoria. Así, y como muestra un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad Rockefeller en Nueva York (EE.UU.), toda primera ‘lesión’ conlleva una fase de ‘sensibilización’ o aprendizaje por las células madre que generará un recuerdo al que se recurrirá en caso de un segundo episodio. Y ya sabiendo lo que hay que hacer, la curación será mucho más rápida. Pero cuidado: esta memoria celular puede resultar un arma de doble filo y acabar siendo contraproducente para la propia piel y, por ende, para todo el organismo.
Recuerdos sanadores
Una vez es atacada por una bacteria, cortada por un filo o quemada por el sol, la piel se inflama rápidamente. O lo que es lo mismo, se enrojece, se hincha y duele. Un proceso inflamatorio desencadenado por el sistema inmune para frenar el daño y comenzar su reparación. Además, es bien sabido que ocurrido un primer episodio, la capacidad de sanación es cada vez más veloz. Y es que el sistema inmunitario alberga una memoria inflamatoria para responder de forma más rápida a las subsecuentes agresiones. Pero esta capacidad de generar recuerdos, ¿es exclusiva del sistema inmunitario o, por el contrario, es también común a otras células?.Para responder a esta pregunta, los autores han centrado su investigación en el estudio de la piel, tejido que constituye la primera barrera de defensa del organismo y que está habituado a soportar ataques continuos. Sin embargo, y como consecuencia de estas agresiones, las células de la capa más externa –la epidermis– no duran mucho y son continuamente reemplazadas. Por tanto, hay que profundizar más y llegar a las capas interiores, en las que se localizan las células madre responsables de, a través de su división y diferenciación, sustituir a las células perdidas. Entonces, ¿son estas células madre las poseedoras de recuerdos?.
En el estudio, los autores emplearon modelos animales –ratones– y observaron que aquellos a los que se había sometido a una herida previa –incluso seis meses antes, lo que se equivaldría a cerca de 15 años en el caso de los humanos– tenían una capacidad hasta dos veces más rápida de sanar su piel. Una mayor celeridad que se explicaba porque las células que ya habían ‘vivido’ la inflamación previa tenían una mayor habilidad para acercarse a la lesión y repararla.
Pero aún hay más. Los autores observaron que el proceso de inflamación provoca la apertura física de algunos genes de los cromosomas de las células madre, lo que facilita que la activación de estos genes resulta mucho más accesible. De hecho, algunas de estas localizaciones permanecen ‘abiertas’ hasta mucho tiempo después de que la lesión se haya reparado, lo que permite que los genes se expresen mucho más rápido cuando se produce un nuevo episodio inflamatorio.
Concretamente, los autores identificaron un gen que, denominado ‘Aim2’, codifica una proteína responsable de la detección del daño y de disparar las alarmas. Un gen que parece jugar un papel crucial en todo este proceso. Y es que en caso de una segunda agresión a la piel, la proteína es rápidamente expresada, y en grandes cantidades, lo que desencadena la liberación de señales inflamatorias que potencian la capacidad de las células madre de migrar hasta la herida.
Más allá de la piel
Sin embargo, la inflamación, o lo que es lo mismo, la respuesta inflamatoria, puede tener un comportamiento totalmente ‘inadecuado’. Así sucede en las enfermedades autoinmunes, en las que el sistema inmune ataca por error a las propias células del organismo. Y de acuerdo con las nuevas evidencias, la memoria de las células madre es responsable de los sucesivos ataques –o ‘recurrencias’– en muchas enfermedades autoinmunes, caso de las que tienen lugar en la piel –como la psoriasis– o en otras capas celulares como el tracto gastrointestinal –como sucede en las enfermedades inflamatorias intestinales, en las que el epitelio es igualmente regenerado por la acción de las células madre.En este contexto, debe tenerse en cuenta que la capacidad de curación de las células madre disminuye con la edad y que se anula completamente en el caso del cáncer, lo que da a entender que la inflamación también juega un papel muy significativo en la aparición y progresión de las enfermedades oncológicas.
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