La clave se encuentra en una proteína muy abundante en la clara de huevo de las aves.
Un equipo de científicos del Instituto Bernal de la Universidad de Limerick (Irlanda) ha descubierto que los cristales de lisozima, una proteína modelo presente en las lágrimas, la saliva y la leche de mamíferos, puede generar electricidad cuando se presiona (hablamos de piezoelectricidad directa). El trabajo ha sido publicado en la revista Applied Physics Letters.
La lisozima es una enzima que ayuda a descomponer las paredes celulares bacterianas, pero en su forma cristalizada, también puede manipularse para producir una carga eléctrica. Al aplicar presión a una película de cristales de lisozima entre dos diapositivas de vidrio, el equipo vio que producía una forma de energía llamada piezoelectricidad, donde se acumula una carga eléctrica en respuesta al esfuerzo mecánico aplicado.
La lisozima es una enzima que ayuda a descomponer las paredes celulares bacterianas, pero en su forma cristalizada, también puede manipularse para producir una carga eléctrica. Al aplicar presión a una película de cristales de lisozima entre dos diapositivas de vidrio, el equipo vio que producía una forma de energía llamada piezoelectricidad, donde se acumula una carga eléctrica en respuesta al esfuerzo mecánico aplicado.
"Aunque la piezoelectricidad se utiliza alrededor de nosotros, la capacidad de generar electricidad a partir de esta proteína en particular no se ha explorado. La magnitud de la piezoelectricidad en los cristales de lisozima es importante. Es del mismo orden de magnitud se encuentra en el cuarzo. Es un material biológico, no es tóxico, por lo que podría tener muchas aplicaciones innovadoras, tales como revestimientos electroactivos, antimicrobianos para los implantes médicos", comenta Aimee Stapleton, líder del trabajo.
Según el equipo, la eficacia de los cristales de lisozima rivaliza con la de los cristales de cuarzo, conocidos desde hace mucho tiempo por sus proezas piezoeléctricas, desde su descubrimiento por los físicos franceses Pierre y Jacques Curie a finales del siglo XIX.
Nuevo enfoque biocompatible
Pero el cuarzo es un material no biológico, por lo que encontrar un equivalente compatible en el interior del organismo podría abrir la puerta a todo tipo de nuevos dispositivos piezoeléctricos implantables.
"Este es un nuevo enfoque, ya que los científicos hasta ahora han tratado de entender la piezoelectricidad en la biología usando estructuras jerárquicas complejas como tejidos, células o polipéptidos en lugar de investigar bloques fundamentales más simples",aclara Tofail Syed, coautor del estudio.
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