Trasplantes renales sin transfusiones de sangre para
testigos de Jehová
El hospital del Mar garantiza que no se harán
transfusiones durante el proceso quirúrgico de estos pacientes y despliega un protocolo para minimizar el
riesgo de sangrado.
"La
Biblia prohíbe el consumo de sangre. Por tanto, los cristianos no debemos
comerla. Tampoco debemos aceptar transfusiones de sangre ni de alguno de sus
componentes principales" estas son
algunas convicciones
religiosas de los testigos de Jehová que
les impiden aceptar transfusiones de sangre durante un acto médico.
Sin embargo, imposibilita que este colectivo se someta a algunas cirugías
mayores, como un trasplante o una intervención oncológica. Y es que los protocolos asistenciales de este tipo de
operaciones obligan a los pacientes a firmar un consentimiento informado
conforme aceptan que los cirujanos recurran, si es necesario, a una transfusión
sanguínea. Si no autorizan la posibilidad de utilizar este procedimiento, la
intervención no puede realizarse.
"El problema con los
testigos de Jehová al no aceptar transfusiones es que supone un impedimento de
cara a programar la cirugía. Y ese impedimento muchas veces es por el propio
colectivo médico, que no quiere asumir los riesgos que supone aceptar
no trasfundir, no utilizar esa herramienta cuando en el caso de una
anemia aguda puede curar a una persona tras una cirugía", explica el
doctor Lluís Cecchini, jefe del servicio de Urología y Cirugía del Trasplante
del hospital del Mar. Dicho hospital ha desplegado un protocolo para garantizar el
trasplante renal sin transfusión de sangre a los testigos de Jehová. Los
médicos que participan en la intervención quirúrgica y en el posoperatorio
aceptan operar sin recurrir a la transfusión de sangre y, además, articulan
medidas específicas incluso antes de entrar al quirófano para minimizar el
riesgo de sangrado de paciente durante la intervención o en el postoperatorio.
Para
empezar, en el preoperatorio, los pacientes con insuficiencia renal crónica
suelen sufrir anemia, así que antes de entrar a quirófano, han de someterse a
un tratamiento previo con eritropoyetina (EPO), una hormona que estimula la
producción de hematíes "Lo que hacemos para preparar a un paciente testigo
de Jehová para el trasplante es establecer unos objetivos de hemoglobina en
sangre más altos que los que se indican en el resto de pacientes con
insuficiencia renal crónica. Nuestro objetivo es más alto para que al llegar al
momento de la cirugía, si pierden sangre, eso suponga que a partir de un nivel
más alto, continuamos estando en una zona de seguridad para el paciente",
agrega la doctora Marta Crespo, jefa de sección de Nefrología del hospital del
Mar.
Una
vez que se está en el quirófano, equipos
especializados de enfermería montan y controlan los llamados cell saver, unas
máquinas que permiten recuperar la sangre del mismo paciente y transfundirle
sus propios glóbulos rojos. Una operación de trasplante de riñón tiene un
riesgo alto de necesitar una transfusión de sangre porque, por un lado, tiene
un componente elevado de cirugía vascular y, además, los pacientes con
insuficiencia renal no coagulan igual que una persona sana.
Dilema ético
"Lo
que hemos conseguido es una cadena de confianza entre profesionales y estamos
todos de acuerdo de que vamos a optimizar pacientes y tratarlo de la mejor
forma posible en el acto quirúrgico y en postoperatorio para minimizar el
riesgo de transfusión. Pero, si fuera necesario, tampoco
aceptaríamos esa transfusión porque hemos adquirido ese compromiso.
El personal que está participando en esto tiene que estar de acuerdo",
advierte Cecchini.
Hace
año y medio, los especialistas del hospital del Mar intervinieron a un paciente
testigo de Jehová con insuficiencia renal crónica que recibió el riñón de un
donante vivo de su misma confesión, concreta la doctora Crespo. En 2017 también
se hizo otro trasplante de un donante cadáver.
No hay comentarios:
Publicar un comentario