El científico, que iba a cumplir 76 años el próximo día 27, investigó como los organismos, al comienzo de su vida, aumentan su número de células y mantienen el crecimiento a lo largo de la vida. Sin embargo, otras mucha mueren para mantener el equilibrio. Este proceso está regulado por los genes y se denomina muerte celular programada.
El biólogo fue crítico con la sociedad individualista. “Hemos puesto demasiado énfasis en lo privado, en la ambición personal de hacer dinero, a expensas del bien público. Necesitamos un equilibrio entre esas dos fuerzas sociales, pero desde los sesenta la balanza se ha inclinado demasiado hacia el sector privado: los impuestos a las empresas se han reducido drásticamente, y la gente es estimulada desde muy joven a ganar todo el dinero posible. Poca gente les dice a los jóvenes que también es bueno trabajar por el bien común. Es posible que las sociedades europeas logren mantener un equilibrio, pero las cosas pintan mucho peor mundialmente. La globalización de la codicia ha superado con mucho a la de la democracia y la justicia. Nuestro comportamiento internacional es muy primitivo, y ésa es la razón de las grandes disparidades de riqueza y, en último término, del miedo y la inseguridad en que vivimos”, afirmó en 2003 anticipando la sociedad actual.
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