Toda la información necesaria para ensamblar y operar un ser
vivo, desde sus componentes moleculares más básicos, está recogida en una
chuleta escrita solo con cuatro letras. El abecedario son las llamadas bases
nitrogenadas, unidades químicas emparejadas que forman cada peldaño en la doble
hélice del ADN: adenina (A) con timina (T) y citosina (C) con guanina (G).
Ahora, un equipo de
científicos dirigido desde la Fundación para la Evolución Molecular Aplicada,
en EE UU, ha expandido el abecedario para incluir cuatro letras nuevas (Z, P, S
y B). Han bautizado a la estructura resultante hachimoji, que significa “ocho
letras” en japonés, y la describen en el número de la pasada semana la revista
Science.
El trabajo está financiado parcialmente por la NASA y “es un
avance conceptual muy grande”, asegura Víctor de Lorenzo, un experto en
microbiología y biología sintética del Centro Nacional de Biotecnología
(CNB-CSIC). De Lorenzo, ajeno al nuevo estudio, explica que con este logro se
pueden explorar sistemas biológicos que no han aparecido nunca.
LAS CUATRO NUEVAS ‘LETRAS’ EN EL ALFABETO GENÉTICO
Los científicos crearon las nuevas bases nitrogenadas
introduciendo pequeñas modificaciones a las estructuras de las cuatro bases
naturales. Como ocurre con A, T, C y G, las letras sintéticas también se
agrupan en dos parejas porque, cuando se enfrentan las bases complementarias (Z
con P y S con B), forman enlaces químicos llamados puentes de hidrógeno. En una
serie de experimentos, el equipo de investigación ha demostrado que la doble
hélice que forma el ADN hachimoji es estable.
Sin embargo, De Lorenzo advierte que es prematuro hablar de
un nuevo código genético, ya que las letras introducidas no constituyen un
cifrado de otras biomoléculas, como sí ocurre con las cuatro bases nitrogenadas
de siempre.
En el sistema natural, cada tres bases nitrogenadas corresponden
a un aminoácido, y por lo tanto forman un código. No es así con el ADN
hachimoji, que produce ARN viable pero no tiene una traducción válida en forma
de proteínas. Teóricamente, esa traducción se podría lograr, porque el
conocimiento y la técnica necesarios se desarrollaron hace años.
Como solo hay 20 aminoácidos pero las cuatro letras
genéticas clásicas se pueden combinar en 64 tripletes diferentes, existen
“palabras” de ADN superfluas a las que los científicos han logrado asignar
nuevos significados, correspondientes a aminoácidos sintéticos.
Fuente obtenida de: https://elpais.com/elpais/2019/02/27/ciencia/1551299080_087335.html
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