Los humanos hemos llegado al máximo en altura, esperanza de vida y capacidades físicas. Y nuestra acción sobre el planeta nos puede hacer empeorar según una investigación.
Ni más altos, ni más longevos, ni más fuertes... La especie humana, en efecto, podría haber llegado a su límite en cuanto a altura, esperanza de vida y capacidades físicas. Pero no solo eso. Según una investigación recién publicada en Frontiers in Physiology, los humanos no solo estamos sujetos a toda una serie de limitaciones biológicas, sino que además, nuestro impacto sobre el medio ambiente (cambio climático incluido) podría estar teniendo un efecto negativo sobre esos límites.
Se trata de la primera revisión de datos de este tipo, que abarca 120 años completos de información histórica, al mismo tiempo que considera los efectos de parámetros tanto genéticos como medioambientales. El resultado es que, a pesar de la creencia de que cada generación vive más tiempo y es más alta y fuerte que la anterior, existe en realidad un umbral máximo para nuestras capacidades biológicas que no podemos superar.
Los investigadores, un equipo interdisciplinar de científicos franceses, llegaron a esta conclusión estudiando las tendencias que emergen de los registros históricos. Y concluyeron que parece haber una barrera infranqueable en cuanto a nuestros límites biológicos máximos en altura, edad y capacidades físicas.
En palabras de Jean-Françoise Toussaint, de la Universidad París Descartes y uno de los firmantes del estudio, la prueba es que "estos rasgos ya no aumentan, a pesar del continuo progreso nutricional, médico y científico. Y eso sugiere que las sociedades modernas han conseguido que nuestraa especie llegue a sus límites. Somos la primera generación que toma conciencia de ello".
Menos récords deportivos
Por ello, los investigadores creen que a partir de ahora, en lugar de seguir mejorando, empezaremos a notar cambios en la cantidad de personas que logran alcanzar los límites máximos ya registrados. Y esos límites se harán aún más patentes cuando comprobemos que en el futuro se batirán cada vez menos récords deportivos, mientras crecerá el número de personas que alcancen, pero no superen, la esperanza de vida del presente.
Además, cuando los científicos consideraron cómo las limitaciones ambientales y genéticas combinadas podían afectar a nuestra capacidad de alcanzar estos límites superiores, se dieron cuenta de que los efectos que nosotros mismos causamos en el medio ambiente desempeñan un papel de fundamental importancia.
"Precisamente -predice Toussaint- este será uno de los mayores desafíos de este siglo, ya que la presión añadida por las actividades antropogénicas será responsable de los efectos nocivos sobre la salud humana y el medio ambiente. De hecho, las reducciones en las capacidades humanas que podemos ver ya en la actualidad son una señal de que los cambios ambientales, incluido el clima, están contribuyendo a restringir los límites biológicos que ahora debemos considerar".
Más bajos en África
"Y observar estas tendencias decrecientes -prosigue el investigador- puede proporcionarnos una señal temprana de que algo ha cambiado, aunque no para mejor. Por ejemplo, la altura humana ha disminuido durante la última década en algunos países africanos, lo que sugiere que algunas sociedades ya no son capaces de proporcionar suficiente alimento a sus hijos y mantener, por lo tanto, la salud de sus habitantes más jóvenes".
Para evitar que nosotros mismos seamos la causa de nuestra propia decadencia, los investigadores esperan que sus hallazgos espoleen a los responsables políticos para que adopten estrategias capaces de aumentar la calidad de vida y maximizar la proporción de población capaz de alcanzar los límites biológicos máximos.
"Ahora que conocemos los límites de la especie humana -concluye Toussaint- ese conocimiento debe ser un objetivo claro para que las naciones garanticen que las capacidades humanas alcancen los valores más altos posibles en la mayoría de la población. Pero con las limitaciones medioambientales en pleno aumento, esto puede costar cada vez más energía e inversión para lograr equilibrar la creciente presión de los ecosistemas".
En definitiva, los investigadores han descubierto que la naturaleza ha puesto unos límites máximos a nuestro desarrollo y capacidades. Y de nosotros depende que esos límites no empiecen a bajar, ocasionando un lento, pero inevitable, deterioro de la nuestra especie.
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