El último gran reto de la oncología consiste en
lograr que el propio sistema inmune (estimulado por fármacos) lleve la
iniciativa en la lucha contra el cáncer y combata la enfermedad. Esta
ilusionante estrategia alterna resultados extraordinarios en algunos
pacientes (en melanoma avanzado hay casos en los que el tumor ha llegado
a desaparecer) con fracasos sonados en enfermos en los que simplemente
no funciona, lo que desconcierta a los investigadores. Distintos
trabajos publicados en Nature
no solo extienden la eficacia de este abordaje a nuevos tumores, como
el cáncer de vejiga metastásico, huérfano de avances en los últimos 30
años. Además, explican por qué en unos enfermos es eficaz y en otros no,
hasta el punto de poder predecir que pacientes se beneficiarán de esta
terapia.
En total, Nature
presenta cinco artículos sobre los últimos avances en inmunoterapia del
cáncer, algo poco usual en una publicación tan selectiva en la que
entran en competencia artículos no solo del ámbito de la medicina, sino
de todas las disciplinas científicas. “Desde luego, no es nada común
este despliegue, no recuerdo nada igual”, apunta satisfecho a este
diario el catalán Antoni Ribas, un referente mundial en inmunología tumoral y autor de uno de los trabajos.
Para comprobar que la tesis era la correcta, el
grupo de Ribas pidió muestras de enfermos con melanoma tratados con
Keytruda a compañeros del hospital Gustave Roussy
de París. Aplicaron a las biopsias un modelo predictivo elaborado con
sus hallazgos (los marcadores) destinado a pronosticar a qué pacientes
les resultaría útil la terapia con este fármaco. De los 15 enfermos
analizados, acertaron el resultado en 13.
Estos resultados no solo permitirán seleccionar
con criterios objetivos a los pacientes que se beneficiarán de la
terapia, lo que servirá para mejorar la calidad de vida y supervivencia
de estos enfermos. También invitan a buscar fórmulas para conseguir
activar en el resto de enfermos la presencia de linfocitos en los
tumores y poder así despertar su actividad con fármacos. “Observamos que
en algunos casos donde no había respuesta no había linfocitos o no
estaban presentes en número suficiente, una solución podría consistir en
provocar la inflamación de la zona afectada y atraer así las células
del sistema inmune”, comenta Ribas.
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