El cáncer es una enfermedad provocada por un grupo de células que se multiplican sin control y de manera autónoma, invadiendo localmente y a distancia otros tejidos. En general, tiende a llevar a la muerte a la persona afectada, si no se somete a un tratamiento adecuado.
La lucha contra el cáncer encierra aún muchos retos, pese a todos los avances realizados. Uno de ellos consiste en conocer mejor las claves de la diseminación de las células cancerígenas de un tumor primario por el cuerpo y, sobre todo, diseñar estrategias para evitar que la metástasis acabe por echar por tierra los esfuerzos dedicados a combatir el tumor principal.
Investigadores de la Universidad de Cornell (EE UU) han publicado recientemente un trabajo en la revista Proceedings of National Academy of Sciences en el que presentan su aproximación a esta cuestión a través del diseño de una especie de rastreadores–cazadores biológicos cuya función consiste en localizar y destruir en el torrente sanguíneo a las células cancerígenas circulantes. Los primeros resultados de esta técnica –a la que queda aún un largo camino antes de llegar a ser una terapia efectiva en los pacientes, si al final lo demuestra ser- son “notables”, según trasladan los propios científicos, tanto en las pruebas realizadas en laboratorio en sangre humana como en ratones. “Dos horas después [de introducir la proteína desarrollada] las células tumorales se desintegraban literalmente”, como apunta Michael King, principal investigador del trabajo.
Los cazadores microscópicos son el resultado de combinar una célula del sistema inmune (los leucocitos) y dos proteínas: la selectina y la proteína TRAIL (un ligando inductor de la muerte celular con capacidad de unirse a determinadas células cancerígenas y destruirlas). Al inyectar en la sangre la combinación de las dos proteínas, las propiedades adhesivas de la selectina hacen que se unan a los leucocitos, cuya función consiste en transportar a la proteína asesina de células tumorales a través de todos los rincones de la red vascular del paciente. Ello permite a la proteína TRAIL localizar, unirse y destruir (con el simple contacto) a las células cancerígenas que circulan por la sangre.
Pese a que los primeros trabajos hayan arrojado unos resultados esperanzadores y que, aparentemente no provoque alteraciones en el sistema inmune, hará falta seguir investigando para confirmar si se trata de una técnica útil para combatir la metástasis ya que esta técnica ha sido solo ensayada en ratones, necesita ser corroborada en pacientes humanos.
La información sobre este artículo ha sido obtenida del periódico digital El país.
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