En el caso de las personas ‘predispuestas’ a convertirse en adictas, ¿qué se puede hacer?, según un estudio llevado a cabo por investigadores una facultad de Nueva York (EE.UU.), la solución podría ser más ‘sencilla’ de lo que parece: hay que administrar fármacos que inhiban en el cerebro una proteína denominada ‘factor estimulante de colonias de granulocitos’ (G-CSF).
Como explica Drew Kiraly, director de esta investigación, «los resultados de nuestro trabajo son interesantes porque, más allá de los programas de 12 pasos y la psicoterapia, no hay terapias asistidas con fármacos para tratar la adición a la cocaína».
Ratones adictos
Distintas investigaciones previas habían mostrado una asociación entre la cocaína y el sistema inmunitario tanto en animales como en humanos, lo que explica que el sistema inmune responda de forma ‘anómala’ a los fármacos en aquellos casos en los que se ha desarrollado una adicción a esta droga.
Los autores utilizaron ratones a los que administraron dosis de cocaína. Y lo que vieron es que los ratones tratados con la droga mostraban una mayor expresión tanto en sangre como en el cerebro de una citoquina producida por el sistema inmune: la glicoproteína G-CSF.
El siguiente paso fue inyectar el G-CSF en una de las regiones cerebrales asociadas con el sistema de recompensa de los animales (accumbens).Y los ratones se volvieron más adictos y requerían mayores dosis de cocaína.
Finalmente, los autores inyectaron en el núcleo accumbens de los ‘adictos’ un anticuerpo diseñado para neutralizar el G-CSF. Y en este caso, los animales se vieron menos ‘motivados’ para tomar cocaína, por lo que su consumo disminuyó.
Tratamientos en pacientes
En definitiva, parece que este G-CSF, dado que altera el deseo de los ratones por la cocaína, podría ser directamente responsable del desarrollo de la adicción a esta droga. En caso de que sean igualmente aplicables a los seres humanos, nuestros resultados ofrecen un enfoque terapéutico potencial para disminuir la motivación de los adictos a consumir la droga».
Una vez que sepamos cómo actuar mejor sobre la señalización de G-CSF para reducir los comportamientos adictivos, habrá una gran posibilidad de que los tratamientos dirigidos sobre G-CSF puedan ser ‘traducidos’ en tratamientos para los pacientes».
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