El origen de la vida no es el problema más acuciante de la investigación biológica, pero sí el más profundo, y tal vez el más filosófico. Algunos científicos lo abordan intentando reproducirlo en el laboratorio, y otros explorando las rocas más antiguas del planeta en busca de sus evidencias más remotas. Esta segunda línea de indagación acaba de hacer un descubrimiento deslumbrante. Y de batir un récord histórico.
Un equipo internacional de geólogos, paleontólogos y nanotecnólogos han hallado unas estructuras tubulares y filamentosas que, según interpretan, representan bacterias fósiles. Y las han hallado en unas rocas canadienses (el cinturón Nuvvuagittuq) que provienen de fumarolas hidrotermales del fondo oceánico de hace 3.770-4.280 millones de años. La Tierra tiene 4.500 millones de años, de modo que estos microfósiles representan las evidencias de vida más antiguas de las que hay constancia hasta ahora. Y ya no queda mucho margen para seguir viajando hacia el pasado
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