miércoles, 23 de abril de 2014

LA PALABRA Y SU SIGNIFICADO ENCIENDEN LA MISMA LUZ CEREBRAL

Filósofos y biólogos coinciden en que el gran talento que nos distingue del resto del mundo animal es la facultad del lenguaje, pero la pregunta es cómo la adquirimos. Según los neurocientíficos cuando una persona oye verbos y nombres asociados a una parte del cuerpo, como patear o lanzar, las regiones motoras del córtex que normalmente dirigen el movimiento de esas partes se activan de inmediato y sin que medie razonamiento alguno. Ahí dentro del cráneo, las palabras y sus significados parecen ser casi lo mismo.

Desde que sir William Jones descubrió la familia de las lenguas indoeuropeas la lingüística ha ocupado un lugar preeminente en el pensamiento evolucionista.
En un estudio de resonancia magnética funcional con 21 voluntarios, Yury Shtyrov y sus colegas del Centro de Neurociencia Integrativa de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca, demuestran ahora que los verbos y nombres de acción (saltar, lanzar, patada, baile) inducen casi inmediatamente, en solo 80 milisegundos, la actividad del córtex motor, la parte del cerebro situada sobre las orejas que normalmente se ocupa de mover los músculos. Y no solo eso: la actividad casa con la zona concreta del cuerpo implicada en el significado de la palabra en cuestión.

La activación del cerebro motor en 80 milisegundos es mucho más rápida que la percepción consciente, que le cuesta al cerebro cerca de 300 milisegundos, o casi un tercio de segundo. Además, el fenómeno es por completo independiente de que el sujeto esté prestando atención o no al ejercicio que le presentan los científicos. Estas dos observaciones llevan a los autores a proponer que los circuitos motores están implicados en la interpretación del lenguaje de un modo automático. Este automatismo es la marca de fábrica del órgano mental del lenguaje propuesto por el gran lingüista Noam Chomsky a mediados del siglo pasado.

La neurociencia está esculpiendo poco a poco una teoría radicalmente nueva del más antiguo problema de la semántica: que el signo y el significado constituyen dos mecanismos cerebrales íntimamente relacionados.

Fuente: El País

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