martes, 17 de diciembre de 2013

NUESTROS PRIMEROS PADRES NO ERAN MEDUSAS, PERO SE LES PARECÍAN MUCHO

Los orígenes de nuestra estirpe, los primeros animales que nadaron por los océanos precámbricos hace unos 600 millones de años, han dejado de ser un misterio. No son las esponjas, como los evolucionistas habían supuesto, sino los llamarlos ctenóforos. Son superficialmente parecidos a medusas, con un cuerpo de consistencia gelatinosa y simetría radial. La secuenciación de su genoma revela ahora que son un fósil viviente de nuestros primeros padres, los primeros animales que evolucionaron desde los organismos unicelulares que les precedieron en la historia de la vida.

Joseph Ryan y sus colegas estaban en lo cierto, los ctenóforos habrán desbancado a las esponjas como pioneros de la vida animal, y la historia de nuestra evolución temprana tiene que sufrir algunos ajustes.
La cuestión más importante tiene que ver con las llamadas capas germinales, uno de los conceptos más importantes de la evolución y el desarrollo. La mayoría de los animales, incluido este, empiezan el desarrollo como gástrulas, unas esferas huecas con tres capas de células. La capa de fuera (ectodermo) da lugar a la piel y el sistema nervioso; la de dentro (endodermo) genera el sistema digestivo y las vísceras. Y la que está entre ambas (mesodermo) produce el esqueleto y los músculos.
Como el mesodermo no existe en los animales más simples, como las esponjas (poríferos) y las medusas (cnidarios), los naturalistas han supuesto durante más de un siglo que esa capa germinal, y los tipos de células que construyen el músculo, habían evolucionado tardíamente. Pero los ctenóforos sí tienen mesodermo y células musculares. Estos son los animales más primitivos, más primitivos que las esponjas y las medusas, por lo que el mesodermo es una invención evolutiva tan antigua como las otras dos capas germinales. Y este invento se perdió después en las esponjas y las medusas.

Realizado por: Noelia Pérez González 

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