Investigadores del Centro Nacional de Investigaciones
Oncológicas han utilizado una terapia
génica que actúa ante la
telomerasa, enzima que repara daños celulares producto del envejecimiento, para
tratar y prevenir el infarto de miocardio. Los resultados en ratones han
revelado un aumento de la supervivencia del 17 % tras sufrir este fallo
cardiaco.
Dicha estrategia, que publica la revista Nature Communications y se basa en reactivar el gen de la telomerasa solo en el corazón de
ratones adultos, ya había sido usada con éxito en ratones en terapias que alargan
la vida pero no para tratar enfermedades cardiovasculares, en especial para
prevenir el fallo cardiaco tras el infarto de miocardio.
Y, según han visto, tras el infarto los
corazones que expresan telomerasa muestran menos dilatación cardiaca, mejor función
ventricular y cicatrices más pequeñas debidas al infarto, lo que causa un
aumento en la supervivencia de un 17 por ciento en comparación con los animales
control.
Además, todo apunta a que en estos
corazones con telomerasa se están regenerando los cardiomiocitos --las células
responsables de que el corazón lata--, un objetivo largamente buscado en las
terapias post-infarto. La
regeneración del músculo cardiaco contrarrestaría la formación de la cicatriz
consecuencia del infarto, un tejido rígido que entorpece la función cardiaca y aumenta la
probabilidad de fallo.
"Nuestro trabajo sugiere que la activación de la telomerasa podría ser
una estrategia terapéutica para prevenir el fallo cardiaco tras el infarto de
miocardio", explican los autores del trabajo, en el que también han
participado investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona y la de
Hannover (Alemania).
El trabajo que ahora se publica parte de
otro en que el mismo grupo del CNIO, en 2012, desarrolló una terapia génica
para reintroducir
el gen de la telomerasa en un organismo ya adulto. Entonces se demostró
que, gracias a su recuperada capacidad de sintetizar telomerasa, los ratones
viven un 40 por ciento más.
Ahora los autores exploran la hipótesis
de que, si la telomerasa retrasa el envejecimiento, también debe poder combatir
las enfermedades a él asociadas, como el infarto.
La enzima es capaz de resetear el reloj biológico de la célula a base de reconstruir
los telómeros, los capuchones de proteína que protegen los extremos de los
cromosomas. Los telómeros se acortan cada vez que la célula se divide, hasta
que se han reducido tanto que ya no pueden desempeñar su función protectora.
Entonces la célula deja de dividirse y envejece. A escala de todo el
organismo el acortamiento de los telómeros conduce a las enfermedades asociadas
al envejecimiento, incluyendo la disfunción cardiaca tanto en ratones como en
humanos.
La telomerasa evita este acortamiento de los telómeros, pero en la inmensa
mayoría de las células del organismo solo lo hace antes del nacimiento; las
células de un adulto, salvo excepciones, no tienen telomerasa.
Para que vuelvan a tenerla, los autores inoculan a los
ratones adultos un virus modificado de forma que entre sus genes incluya el de
la telomerasa. En el trabajo seminal de 2012, el gen de
la telomerasa reintroducido se expresaba prácticamente en todo el organismo.
Pero esta vez los investigadores infectan solo el corazón, y cuando están
seguros de que los animales expresan telomerasa en este órgano, les inducen un
infarto.
"Estos resultados demuestran que la activación
de la telomerasa en el corazón adulto es beneficiosa para la supervivencia en
ratones modelo que han sufrido un infarto agudo de miocardio, un efecto que
coincide con células del miocardio cardiaco con telómeros más largos y la
activación de varias vías asociadas a la protección cardiaca y la
regeneración", concluyen los autores.
Es una "prueba de concepto para el desarrollo de estrategias
innovadoras basadas en la activación de la telomerasa para tratar el fallo
cardiaco crónico y agudo". Y abre la puerta para el tratamiento de otras
enfermedades asociadas al envejecimiento.
Los autores del trabajo esperan aplicar
en breve, con la ayuda del cardiólogo Francisco Fernández-Avilés, jefe del
Servicio de Cardiología del Hospital General Universitario Gregorio Marañón, esta terapia génica en cerdos
como paso previo a un ensayo en humanos.
Para Fernández-Avilés, este trabajo es
"impresionante por el ingenio y la metodología, y totalmente disruptivo" desde el punto
de vista clínico, ya que abre la puerta a vías nunca antes exploradas para tratar las
enfermedades del corazón".
Además, demuestra que los mecanismos naturales de preservación de la
información genética están implicados en la protección y regeneración
miocárdica; y enseña que estos mecanismos pueden ser reactivados de forma
terapéutica utilizando mecanismos aplicables a los pacientes"
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