Shoukhrat Mitalipov tiene la doble nacionalidad rusa y estadounidense. / LUIS SEVILLANO
El estrellato científico le ha llegado de sopetón, pero Shoukrat Mitalipov lo lleva con entereza. “En una semana he dado más de 100 entrevistas”, dice con una sonrisa. El principal autor del trabajo publicado la semana pasada sobre la obtención de células madre embrionarias mediante clonación tenía comprometida una visita a Madrid desde hace seis meses para una jornada en la Fundación Ramón Areces sobre enfermedades mitocondriales, pero el investigador, nacido en Almaty (Kazajistán) hace 51 años, asume que su papel ha cambiado. Tanto que ni se inmuta cuando se le menciona qué país debería apuntarse un futuro premio Nobel. “Tengo la doble nacionalidad rusa y estadounidense, así que tendrán que repartírselo”, dice con una sonrisa.
Pregunta. ¿Era consciente de la que iba a montar su clonación?
Respuesta. La verdad es que nosotros nunca lo llamamos clonación, porque las células no se clonan. Se clonan los seres vivos, y nosotros nunca nos planteamos crear seres humanos.
P. Pero su trabajo podría ser, un paso clave en esa dirección.
R. Pero nunca fue nuestro objetivo. Si se considera clonación a conseguir células con el mismo ADN nuclear, la naturaleza está llena de clones. Cada vez que una célula se divide produce un clon. Lo que nosotros hicimos fue tomar un fibroblasto, una célula de la piel, y transferir su núcleo a un óvulo al que le habíamos sacado su ADN, y eso se llama transferencia nuclear. Nuestro objetivo era claro: conseguir células madre totipotentes, con capacidad de convertirse en cualquier otra o en tejidos para un uso médico.
P. Ese primer paso es el que luego permitió, por ejemplo, que naciera la oveja Dolly. ¿No podría funcionar en humanos?
R. Esto sería, como mucho, un primer paso, pero harían falta muchos más. Nosotros no sabemos todavía bien cómo se produce el proceso del desarrollo del feto. Por eso dije que estaba convencido de que con nuestra técnica no podrían conseguirse embriones viables. Le falta mucho. Se trata de un proceso muy complejo, y nosotros solo controlamos uso cuantos factores, que son los que usamos. Nuestra técnica es muy artificial, toda manual, no se parece nada a lo que sucede en la naturaleza. Con fármacos y otros productos podemos conseguir replicar los primeros pasos del desarrollo embrionario, pero faltaría aún mucho para que sea igual que la que se da en la naturaleza.
P. En monos sí han intentado llegar hasta el final y crear clones.
R. Sí, en monos lo hemos intentado, pero aún no lo hemos conseguido.
P. ¿Y saben por qué?
R. No está claro. Quizá porque tenemos un óvulo, pero no todo, porque le hemos quitado el núcleo. Tenemos el citoplasma, que es la fuente de la juventud. Pero la gran pregunta es cómo empieza la vida. Sabemos a partir de dónde sucede, pero no sabemos qué factores influyen. Quizá encontremos que hay una molécula que solo se manifiesta en esa etapa del inicio de la división del óvulo. De momento lo que tenemos son las células madre, que tienen gran utilidad potencial.
P. ¿No le da rabia que el debate acerca de la posible clonación haya eclipsado el logro?
R. Bueno, sabíamos que el asunto iba al levantar polémica, pero si se fija en el artículo no aparece la palabra clonación en todo el texto, solo se habla de reprogramación. Ya contábamos con que ciertos grupos iban a manifestar su rechazo. Los más conservadores siempre se oponen a todo. Recuerde la oposición de la Iglesia católica a otras técnicas de reproducción humana como la fecundación in vitro, y ya han nacido más de cinco millones de niños con esta técnica. Pero nosotros somos científicos, y de lo que tenemos que asegurarnos es de que hacemos bien nuestro trabajo, que todo está bien ensayado antes de dar el salto a humanos. Y para eso tenemos los modelos animales. Nos pasó con la técnica de transferencia de núcleo entre óvulos. Es lo que han llamado hijos de tres padres, porque tienen ADN del espermatozoide del padre, del núcleo del óvulo de la madre y el mitocondrial de la donante. A los conservadores puede parecerles mal, pero es una manera de evitar las enfermedades por mutaciones en el ADN mitoncondrial, que suelen afectar a niños que, además, viven muy poco. Si a mí, que soy padre de dos hijos, me dicen que así puedo evitar tener hijos enfermos, no me puede parecer mal que se use la técnica.
Con nuestra técnica no podrían conseguirse embriones viables”
P. El trabajo de esta clonación lo hicieron en monos hace seis años. ¿Somos tan diferentes los humanos que han tardado tanto en repetir el resultado?
R. En verdad, los seis años no fueron de la investigación. Esta la teníamos ya muy perfilada con anterioridad, y en humanos lo hicimos en tres meses. Todo ha ido muy deprisa.
P. ¿Por qué fue el retraso entonces?
R. Empleamos los seis años en conseguir los permisos y en preparar las instalaciones. Como los trabajos previos en animales los habíamos hecho en un laboratorio financiado con fondos gubernamentales, tuvimos que crear otro, como una copia en un espejo, para trabajar con células madre humanas. Porque en Estados Unidos estaba prohibido que esos experimentos se financiaran con fondos públicos.
P. Sería carísimo.
R. La verdad es que el dinero no fue un gran problema. Conseguimos los fondos bastante fácilmente, pero no le puedo decir exactamente cuánto nos costó.
P. ¿No hubo ningún mecenas que les planteara que les ayudaba si luego le clonaban a un hijo o algo así?
R. ¡No, qué va! Ese no era nuestro objetivo, y la posibilidad de hacer algo así queda todavía muy lejos. Ha habido grupos, como la secta de los raelianos, que han ofrecido clonar a personas a cambio de dinero, pero no lo han conseguido. Los científicos serios no estamos para eso; los que lo han propuesto siempre han sido charlatanes.
P. ¿Y por qué tanto lío? ¿Qué tienen estas células madre que usted ha conseguido que no tuvieran otras obtenidas de adulto, como las reprogramadas que conocíamos hasta ahora, las iPS?
Los más conservadores siempre se oponen a todo”
R. Eso es en lo que estamos trabajando ahora, pero por lo que estamos viendo, nuestras células son mucho mejores. En ratones, son más robustas, tienen una respuesta mejor.
P. Y eso, ¿por qué?
R. Las células reprogramadas de adulto como las iPS tienen un 99,9% de nuevo material genético del donante, pero queda el otro 0,1%, que es el que está en las mitocondrias. Estos orgánulos, son los responsables del envejecimiento. Así que cuando reprogramamos una célula adulta, aunque cambiemos su núcleo, las células madre que obtenemos siguen teniendo las mitoncondrias originales. Es como cuando compramos un coche. Las células iPS serían vehículos de segunda mano, con sus 100.000 kilómetros, a los que hemos hecho la puesta a punta y los hemos pintado. Parecen nuevos, pero su corazón, su motor, ya lleva unos cuantos kilómetros. En cambio, con nuestra técnica, las mitocondrias del óvulo son nuevas porque son del óvulo de la donante. Así que las células madre que se obtienen están a estrenar.
P. En cualquier caso, el uso real de las células madre es todavía muy escaso.
R. Es verdad. Con todo este trabajo solo hemos hecho el 10% del trabajo; nos queda el 90%. Pero se está ensayando mucho. De hecho, en ratones ya se usan células madre para muchas cosas. Lo que pasa es que de ellos hasta nosotros hay mucha diferencia. Por eso se dice que si los humanos fuéramos ratones ya estarían todas nuestras enfermedades curadas.
P. Una vez superado este trabajo, cuál es el futuro.
R. Nosotros ahora estamos trabajando en obtener y probar las líneas celulares. Las terapias con células madre, una vez demostremos que son seguras y eficientes, son la terapia del futuro.