Como ya sabemos, la apoptosis consiste en la muerte celular programada de una célula por diversos motivos diferentes (suelen dividirse unas 8 o 9 veces como máximo), entre los cuales podemos incluir la infección (virus,etc) de la célula o una cantidad límite de errores en su información genética, además del mantenimiento de la homeostasis celular (equilibrio entre el número de células vivas y las que mueren).
El proceso de apoptosis, como pudimos apreciar en clase, consistía en el vertido de diferentes sustancias por parte de los lisosomas al interior celular; las proteínas llamadas "caspasas" digieren la mayor parte del contenido, encargándose los macrófagos de digerir (fagocitar) el resto. Mediante este proceso, además de aprovechar las sustancias que formaban la célula, impedimos que el interior celular sea vertido al exterior, siendo éste tóxico para las células vecinas (que es lo que ocurre en la "necrosis", provocada por golpes o quemaduras, entre otros eventos traumáticos).
Por lo tanto, no queremos que la membrana plasmática sea digerida por las caspasas. Ésto se consigue gracias a la acción protectora de una red de microtúbulos apoptótica, que evita que la membrana sea degradada. Pero entre la red y la membrana queda un espacio de célula que, increíble y necesariamente, permanece vivo. Éste último "pedacito de vida" celular corresponde al córtex celular.
Por lo tanto, lo que impide que la apoptosis celular se dé como tal y no se convierta en necrosis es la red de microtúbulos apoptóticos y al córtex celular, que permanece vivo gracias a estos microtúbulos, y que permite que la membrana resista intacta hasta la llegada de algún macrófago.
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