La medicina regenerativa señala el camino para la
recuperación de personas con cegueras, infartos o problemas de riñón. Los pasos
que se están dando son la vez prometedores y, en muchos casos, muy preliminares. La buena noticia es que en los
mejores laboratorios del mundo trabajan para identificar todos los caminos por
los que la medicina del futuro podría avanzar: de este modo, no habrá callejón
sin salida que impida dar con los tratamientos y las curas.
Es el caso del laboratorio del
español Juan Carlos Izpusúa. "Estamos
pensando en varios sistemas en paralelo", reconoce. En el Instituto Salk
de California estudian cómo reprogramar células madre para reconstruir órganos
y cómo usar las de cerdos, por ejemplo, para producirlos. Pero también se han
detenido a observar cómo actúa la naturaleza en otros animales, como las
salamandras que recuperan una extremidad aunque se la mutilen una y cien veces.
O los peces cebra, a los que les cortas el 20% de su corazón y lo vuelve a
regenerar una y otra vez sin problemas.
Izpisúa y su equipo han trabajado
en entender el mecanismo molecular que permite a los peces cebra regenerar el
corazón para después, estudiar si sería posible en mamíferos como ratones y
humanos. En un experimento dado hoy a conocer han demostrado que es posible:
han conseguido activar ese mecanismo en el corazón de un ratón adulto para que
se recupere tras quedar seriamente dañado por un infarto.
"Hemos visto que los factores responsables de la
regeneración del corazón en el pez tienen una expresión muy distinta en los
mamíferos. Y los hemos cambiado en ratones a imagen y semejanza de como lo hace
el pez. El resultado ha sido espectacular: el corazón del ratón se ha
regenerado también", resume Izpisúa. Hasta ahora se sabía que al nacer el
ratón tiene unos días en los que la capacidad de regenerar tejidos está activa,
pero que desaparece por completo en adultos. Es decir, es una capacidad que forma
parte del genoma del ratón, que no se
ha perdido con la evolución e incluso es activa durante los primeros días de
vida: mamíferos que son como salamandras durante un escaso periodo de tiempo.
Ahora se ha conseguido que los roedores tengan esa capacidad autosanadora,
propia de superhéroes de comic, ya en su edad adulta.
Izpisúa insite en la importancia de este trabajo
porque demostraría que "se puede activar la regeneración endógena en
mamíferos de manera parecida a lo que hacen algunos animales como el pez o el
ajolote mejicano de forma natural, sin necesidad de trasplantar células desde
fuera del organismo", como se está haciendo en otros campos de la medicina
regenerativa. Por ejemplo, en el último gran logro, al conseguir que un grupo de pacientes con problemas de visión recuperan algo de vista implantando células madre en la retina. En este caso, el planteamiento
de Izpisúa sería algo así: modifiquemos determinados genes para despertar al
pez cebra que todos los ratones llevan dentro.
En el estudio que su equipo publica hoy en Cell Stem Cell explica que identificaron cuatro genes
que activan o desactivan ese don autosanador. Los consiguieron modificar
primero in vitro,
para comprobar que las células del corazón se recuperaban (en la imagen) y
posteriormente in vivo, directamente en la cicatriz que dejaba el infarto en el
corazón de un ratón adulto. Cuando se sufre un infarto, hay una parte del
corazón, de sus células, que fallecen y que dejan el músculo más o menos
tocado, con una cicatriz que dificulta el bombeo de la sangre y que es lo que
se ha logrado sanar en estos experimentos.
También participó en el artículo el director del
Hospital Clínic de Barcelona, Josep Maria Campistol, para ayudar a enfocar
estos esfuerzos hacia su aplicación médica futura. "Lo que estamos viendo
es que somos capaces de identificar los genes y las proteínas implicadas en
esta regeneración y vemos cómo darle la vuelta a unos genes que habían dejado
de estar activos tras nuestro desarrollo evolutivo", explica advirtiendo
que su participación se ha enmarcado en el plano teórico.
Los ratones tienen
en su genoma la capacidad de regenerar órganos, como las salamandras, pero está
desactivada
Hasta ahora se estaban usando células madre embrionarias y células adultas reprogramadas (denominadas
iPS) para que se convirtieran en células del corazón dañado. "Juan Carlos Izpisúa va siempre más allá. Ahora se trata de ir directamente al gen, que
está presente y deja de tener esa capacidad, lo que facilita y simplifica
muchísimo la regeneración", asegura Campistol. "El siguiente paso es
comprobar si también es reversible en mamíferos cada vez más grandes: ratas,
conejos, cerdos", avanza Campistol, que ya colaboró con Izpisúa en el logro de producir miniriñones humanos.
En cualquier caso, el propio estudio reconoce que no
se entienden por completo los mecanismos que activan la capacidad autosanadora.
"Estamos lejos de reproducirlo en humanos porque desconocemos mucho sobre
la capacidad de regeneración de esos otros animales y cómo se apaga tras nacer
en los mamíferos. Por eso reivindico la importancia de dedicarse a la
investigación básica", defiende Izpisúa.
La investigadora Nadia Mercader también estudia el mecanismo que permite a los peces cebra regeneren el corazón seccionado en su laboratorio del Centro Nacional de Investigaciones
Cardiovasculares. "Son muy interesantes sus resultados, un modelo a
seguir. Es muy bonita la forma en la que copian el mecanismo de los peces
cebra", asegura Mercader, que no ha participado en el trabajo que hoy se
publica. "Lo más interesante es que ven que hay una mejora en la respuesta
de reparación y también tienen indicios de que hay células del corazón que son
capaces de proliferar", indica Mercader. No es solo sanar el tejido dañado
sino recuperarlo haciendo que crezcahasta su estado anterior al infarto.
Hasta
dentro de cuatro años no habrá pruebas en pacientes. Es un camino difícil y no
es bueno crear falsas expectativas", dice Campistol
En 2011, el equipo de Hesham Sadek de la Universidad
de Texas descubrió que los ratones recién
nacidos podían curar su corazón por sí solos, abriendo una vía para estas investigaciones posteriores al mostrar que esa
capacidad permanece, aunque dure muy poco, en los mamíferos. "Creo que
este es un estudio importante que identifica un campo potencial de regeneración
en el corazón de los mamíferos adultos", asegura Sadek consultado por esta
redacción. "Hemos tenido numerosos saltos en los últimos años",
recuerda este cardiólogo, "y creo que estos resultados se deben traducir
en más estudios, en diferentes tipos de lesiones, en animales más grandes y en
última instancia en los pacientes con insuficiencia cardíaca".
"Es un paso más allá, pero todavía queda mucho
por hacer", señala Mercader recordando que hay laboratorios en todo el
mundo estudiando cómo se regenera la naturaleza, desde microorganismos como la
hidra hasta gusanos como las planarias. Campistol coincide con Mercader en que
están lejos de llevar estos hallazgos a la práctica médica: "No podemos
olvidar que detrás están los pacientes. El artículo es importante, arroja luz
sobre la regeneración, pero hasta dentro de tres o cuatro años no habrá pruebas
en pacientes. Es un camino difícil y no es bueno crear falsas
expectativas", defiende.
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