sábado, 1 de noviembre de 2014

Acumulación de lípidos causante de ictus cerebrales.

Se denomina ictus a un trastorno en la circulación de la sangre en el cerebro. Esta alteración sanguínea cerebral afectará a una región o hemisferio del cerebro. Esto supone en la persona que lo sufre secuelas importantes en el lenguaje, el movimiento,  la memoria, incluso en la conducta o incluso podría ser motivo de su fallecimiento. Hay dos tipos de ictus: el ictus isquémico y el ictus hemorrágico. 

  • El ictus esquémico es el menos habitual, ocurre por la rotura o rasgamiento de un vaso sanguíneo en el cerebro. Esto causa un daño en las células cerebrales que provoca su muerte. La causa más frecuente suele ser por un problema de hipertensión arterial, aunque también puede producirse por golpes u otra causa que provoque una hemorragia cerebral.
  • El ictus hemorrágico es el más frecuente. Éste ocurre cuando se obstruye alguna arteria que lleva sangre al cerebro y está no puede llegar al órgano. Generalmente las arterias que más  se obstruyen son una de las dos carótidas (la izquierda o la derecha) que son las arterias que llevan sangre oxigenada y nutrientes desde el corazón al cerebro. El motivo principal por el que la carótida se obstruye es porque una acumulación de lípidos (placa de ateroma) que se produce en la pared  interior de la arteria, la zona en contacto con la sangre, se rompe y el material que se expone entonces a la sangre provoca la formación de trombos y coágulos. Serán estos trombos y coágulos los que obstruirán la arteria y así se impedirá la llegada de sangre oxigenada a uno de los hemisferios del cerebro, produciéndose el ictus isquémico. 
Los hemisferios derecho e izquierdo del cerebro controlan diferentes acciones en el organismo. El hemisferio izquierdo es el encargado de la parte motriz controlando el habla, la escritura, la numeración las matemáticas y también la lógica. El hemisferio derecho es el encargado de los sentimientos y la creatividad. Cada uno de los dos hemisferios del cerebro controla la función muscular del lado opuesto del cuerpo.
Existen mecanismos para reducir el riesgo de sufrir un ictus. Muchos de ellos están relacinados en reducir la incidencia de los factores de riesgo cardiovasculares como son el colesterol elevado, la tensión arterial elevada o la glucosa en sangre elevada. También hay que evitar el consumo de alcohol destilado o el tabaco. Algunas medidas positivas  son comer verduras y frutas, que elevan los niveles del colesterol bueno, las HDL, evitar el sobrepeso ya que es un factor muy importante estrechamente ligado a la inducción del ictus.

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