martes, 25 de abril de 2017

¿Hasta qué punto la genética dicta lo que nos gusta comer?

¿Nos hemos preguntado alguna vez por qué seguimos comiendo ciertos alimentos, a pesar de saber que no son buenos para nosotros? La razón, según un nuevo estudio, podría ser que ciertas variantes genéticas afectan a la forma en que funciona nuestro cerebro. Averiguar qué funciones exactas desempeñan los genes en los comportamientos dietéticos y en las preferencias alimentarias podría llevar a dietas personalizadas para mantenerse sano que sean más fáciles de seguir.

El estudio llevado a cabo por el equipo de Silvia Berciano, de la Universidad Autónoma de Madrid en España, es, hasta donde se sabe, el primero que describe cómo afectan los genes del cerebro al consumo de alimentos y a las preferencias dietéticas en un grupo de personas sanas.

Aunque investigaciones anteriores han identificado genes implicados en los comportamientos propios de trastornos de la conducta alimentaria como la anorexia o la bulimia, se ha conocido muy poco sobre cómo podría afectar la variación natural en estos genes a los comportamientos alimentarios en personas sanas. La variación genética es el resultado de sutiles diferencias en el ADN de las personas, lo que hace único a cada individuo.


Ciertos genes y sus variantes pueden influir en nuestras decisiones dietéticas y hábitos de consumo alimentario.

Para el nuevo estudio, los investigadores analizaron la genética de 818 hombres y mujeres de linaje europeo y recogieron información sobre su dieta usando un cuestionario. Los investigadores encontraron que los genes analizados desempeñaron un papel notable en las elecciones dietéticas de cada persona y en sus hábitos alimentarios. Por ejemplo, un consumo más alto de chocolate y una cintura más ancha estaban asociados a ciertas versiones del gen del receptor de la oxitocina, y un gen asociado con la obesidad influía en la conducta alimentaria orientada al consumo de verdura y fibra. También observaron que ciertos genes estaban implicados en el consumo de sal y de grasas.

Lo hallado podría ser utilizado para definir métodos de medicina de precisión que ayuden a minimizar para una persona el riesgo de enfermedades comunes, como la diabetes, las cardiovasculares y el cáncer, a través de una prevención basada en una dieta así como en una terapia a la medida de cada persona, con arreglo a sus necesidades individuales específicas.


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