sábado, 28 de enero de 2017

LOS CERDOS, MÁS CERCA DE CONVERTIRSE EN INCUBADORAS DE ÓRGANOS HUMANOS

  • Científicos españoles, liderados por Juan Carlos Izpisúa, generan los primeros embriones de cerdo con células humanas, un primer paso hacia la generación de tejidos en granjas.
 Esta imagen muestra la inyección de células humanas en el interior de un embrión de cerdo.

En la mitología clásica, una quimera era un animal fantástico con cabeza de león, vientre de cabra y cola de dragón que vagaba por Asia aterrorizando a poblaciones y engullendo animales. En el siglo XXI, una quimera es un organismo vivo que contiene células de dos especies diferentes. Pero, sobre todo, la creación de quimeras es una revolucionaria línea de investigación que tiene como reto fabricar órganos humanos en el interior de animales para acabar con las listas de espera de trasplante.

En esta carrera científica, un grupo de científicos dirigidos por el biólogo español Juan Carlos Izpisúa acaba de demostrar que podría ser un sueño alcanzable. En la revista «Cell», ofrecen la creación de las primeras quimeras humanas en animales de gran tamaño: embriones de cerdo que se han desarrollado con células de personas.

Estos híbridos cerdo-humanos nunca llegaron a nacer. Se implantaron en cerdas que los gestaron hasta las tres semanas en la granja de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Murcia, institución que ha participado junto a la Universidad Católica de Murcia en la investigación. Después se interrumpió la gestación porque en nuestro país el nacimiento de estos animales híbridos hubiera sido ilegal.

En ninguno de ellos creció ningún órgano humano. Esta vez no era el propósito, sino comprobar que las células humanas podían integrarse en otra especie como el cerdo, como así hicieron.
«Nuestro estudio es el primero en mostrar que las células humanas pueden contribuir al desarrollo temprano del cerdo y generar precursores de tejidos. Habrá que esperar un tiempo antes de que podamos crear verdaderos órganos humanos en cerdos y la razón de esto es que antes necesitamos superar varios retos técnicos, científicos, éticos y sociales», explica a ABC, Juan Carlos Izpisua desde el Instituto Salk en California, uno de los centros de élite de la biología mundial.

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