jueves, 22 de noviembre de 2012

Ciertas proteínas del ojo son capaces de mantener a raya a gérmenes patógenos. (Foto: UC Berkeley)

Viernes, 26 octubre 2012
Identificar sustancias naturales del cuerpo que tienen acción antimicrobiana y producirlas en grandes cantidades en laboratorios para su uso en tratamientos médicos, es una vía muy interesante para desarrollar nuevos fármacos.

Ahora se ha descubierto que ciertas proteínas del ojo son capaces de mantener a raya a gérmenes patógenos. Estas sustancias podrían ser la base de nuevos fármacos antimicrobianos, los cuales además resultarían baratos.

El equipo de especialistas en visión que ha hecho el hallazgo, de la Universidad de California en Berkeley, probó versiones sintéticas de estas proteínas, derivadas de la citoqueratina 6A, a fin de ver el alcance de su acción contra diversos microbios patógenos. Estas moléculas sintéticas aniquilaron a las bacterias causantes de inflamación de garganta y de algunos casos de fascitis necrotizante (Streptococcus pyogenes), diarrea y a veces infecciones mortales (Escherichia coli), así como infecciones causadas por Staphylococcus aureus y Pseudomonas aeruginosa.

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La citoqueratina 6A puede ser encontrada en las células epiteliales de la cornea humana, así como en la piel, pelo y uñas. Todas éstas son áreas del cuerpo constantemente expuestas a microorganismos, por lo que es razonable que existan en ellas estas barreras defensivas naturales extra.

Tal como razona la microbióloga Suzanne Fleiszig, del equipo de investigación y profesora en la Universidad de California en Berkeley, dado que las sustancias investigadas en el estudio están presentes en el cuerpo, es obvio que son biocompatibles y sin toxicidad manifiesta. Además, son relativamente fáciles de fabricar. Por todo ello, son buenas candidatas para terapias de bajo costo.

El problema con otras pequeñas moléculas antimicrobianas naturales, identificadas en estudios anteriores, es que son tóxicas o fácilmente inactivables por las concentraciones normales de sal de nuestro cuerpo.

En la nueva investigación, también han trabajado Connie Tam, James Mun y David Evans, todos de la Universidad de California en Berkeley.

La Fundación Bill y Melinda Gates, así como los Institutos Nacionales de Salud, en Estados Unidos, prestaron ayuda para este estudio.

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