Científicos franceses
descubren que un microorganismo, sin sistema nervioso ni cerebro, es capaz de
cambiar su conducta para adaptarse a las circunstancias.
Physarum polycephalum es un organismo unicelular;
en concreto, un moho mucilaginoso, criatura microscópica que prolifera en
ambientes fríos y húmedos. Se trata de una
vieja conocida de los investigadores debido a su facilidad para ser
cultivada, pero ahora se ha descubierto que posee otras sorprendentes
cualidades: es capaz de aprender, capacidad solo atribuida a animales complejos
con sistema nervioso y cerebro.
Para averiguarlo, un
equipo del Centre de Recherches sur la Cognition Animale, en Francia, diseñó un
curioso experimento que se prolongó durante nueve días. Los biólogos
pusieron a prueba el ingenio de dos equipos dePhysarum
polycephalum. Con el fin de conseguir comida, el primero de ellos
debía atravesar una especie de puente impregnado con quinina o cafeína,
sustancias amargas pero inocuas para ellos. El segundo grupo, el de
control, también debía cruzar una pasarela, aunque esta vez desprovista de las
sustancias repulsivas.
Después de seis
días, los científicos franceses observaron que los microorganismos del primer
equipo pasaban rápidamente el puente: se habían percatado poco a poco de que ni la cafeína ni la
quinina eran perjudiciales para ellos, un fenómeno conocido como “habituación”.
Si estas criaturas pasaban luego dos días sin contacto con las sustancias
amargas, recuperaban la aprensión por ellas.
Es la primera vez que se observa este tipo de
aprendizaje rudimentario en seres vivos sin neuronas, lo que podría
arrojar luz sobre las estrategias de propagación
y supervivencia de agentes patógenos como los virus y las bacterias.
El estudio ha sido publicado en la revista Proceedings of the Royal Society B.
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