Medio centenar de científicos de siete países presentan hoy un nuevo frente para intentar ganar la guerra a la metástasis. Los investigadores, encabezados por el bioquímico español Héctor Peinado, han descubierto que los tumores primarios envían “avanzadillas militares” a otros órganos para preparar la invasión del cáncer. Son millones de vesículas de millonésimas de milímetro emitidas por los tumores, con una muestra de sus proteínas y su ADN. Además, estos destacamentos, denominados exosomas, llevan “una especie de código postal”, en realidad unas proteínas en su membrana, que los dirigen a un órgano concreto.
“Hemos abierto el camino a posibles nuevas terapias”, celebra Peinado, del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), en Madrid. Para confirmar sus observaciones en células tumorales humanas, los autores del estudio han borrado ese código postal de los mensajeros tumorales en ratones, logrando “una reducción del 80% de las metástasis”, según Peinado. Los investigadores se han centrado en tumores de mama que invaden pulmón y en cáncer de páncreas que viaja al hígado.
El código postal detectado en la avanzadilla del tumor está formado por unas proteínas llamadas integrinas. Actúan como una etiqueta que indica el destino del cáncer original. El equipo de Peinado, que incluye a científicos de la Universidad Médica Weill Cornell y del Centro Memorial Sloan Kettering de Nueva York, ha logrado engañar a células tumorales que normalmente irían al hueso para que se dirijan al pulmón, mediante un cambio en las proteínas de su código postal.
Las naves mensajeras que salen del tumor original llevan información suficiente para inducir cambios en el órgano de destino, como la inflamación o la formación de vasos sanguíneos, que favorecen la llegada de las células tumorales y su proliferación. En un comunicado, el CNIO considera estos resultados “uno de los mayores avances desde hace más de un siglo en el reto de predecir dónde puede producirse la metástasis tumoral”.
Peinado, sin embargo, es cauto. El código postal detectado no funciona al 100%, sino que más bien “predispone el órgano de destino”. Desbaratar ese código, además, se ha hecho en ratones mediante una modificación genética, algo mucho más complicado de lograr en humanos. “En personas no es tan trivial, porque estas proteínas tienen otras funciones. Las células de la médula ósea utilizan estas integrinas para moverse por el cuerpo y bloquearlas podría tener efectos colaterales, como una hemorragia”, admite el bioquímico español. El grupo de la Universidad Médica Weill Cornell trabaja ahora con la industria farmacéutica para encontrar fármacos que bloqueen el código postal solo en las células tumorales.
Fuente: elpais.com