viernes, 11 de mayo de 2018

El virus silencioso que lleva milenios matándonos

La hepatitis B es uno de los virus más letales de la historia. En la actualidad infecta crónicamente a 257 millones de personas. Este virus se multiplica en el hígado y basa su éxito en su capacidad de pasarle inadvertido al sistema inmune y de refugiarse en este órgano. Hay una vacuna muy eficaz contra el virus de la hepatitis B, y sin embargo hay muchas infecciones. El problema aparece en niños que no pueden ser vacunados o e personas que se infectaron antes de ser vacunados. En algunos casos, cuando se produce la infección y el sistema inmune está debilitado, la infección del virus se cronifica. Los tratamientos permiten reducir la presencia de patógenos en sangre, pero el virus queda oculto en el hígado. En concreto, su material genético queda escondido dentro de las células y no es detectado por las defensas del organismo. «Es un virus sigiloso. Pasa inadvertido para las células». Al mismo tiempo, aumenta las probabilidades de sufrir complicaciones hepáticas o incluso cáncer. Todo apunta a que ha estado atacando al hombre durante muchos milenios.
El virus de la hepatitis B más antiguo fue encontrado en una momia del siglo XVI. Las cada vez más potentes y baratas tecnologías de secuenciación están permitiendo a los científicos dos cosas muy importantes: por una parte recuperar genomas de personas que vivieron en el pasado y, por otra, leer ahí las secuencias de los virus de entonces. Gracias a esto, dos estudios acaban de reconstruir parte del que podría ser el pasado del virus de la hepatitis B. Los investigadores han comparado las secuencias del ADN de estos antiguos virus con los actuales, y han tratado de estimar así cuál puede ser la antigüedad de este virus, si su tasa de cambio fuera constante. Así, han estimado que el nacimiento del virus se produjo hace 21.000 a 8.600 años. Los autores han concluido que el virus no ha cambiado mucho en los últimos 500 años, aunque antes su historia fue más compleja.

La explicación más común dice que el virus de la hepatitis B humano pudo surgir en África. Allí pudo «saltar» entre varios grupos de primates, humanos, chimpancés y gorilas, por el contacto entre personas y carne contaminada. Después, las oleadas de salida de África de los humanos pudieron arrastrar consigo a este virus, lo que permitió que se diferenciase de los virus de los otros primates. Pero los hallazgos de Willerslev sugieren que el virus pudo aparecer en Europa, Asia e incluso América, y desde allí extenderse a humanos y otros primates de África, justo coincidiendo con un momento en que aparecieron rutas comerciales y las poblaciones humanas tenían más entidad.
El investigador Hendrik Poinar, genetista de la Universidad Mcmaster (Canadá) y no implicado en estas investigaciones, ha dicho en Sciencemag.com que estas ideas son muy especulativas. «Es muy arriesgado decir algo sobre el momento en que apareció el virus de la hepatitis B». Sin embargo, ha resaltado que muestran un fragmento de una larga historia: «Esta interacción entre virus y humanos ha sido una dinámica que ha tenido lugar durante milenios»

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